Parir y nacer de otro modo

Es la creadora del Método Kaplan para embarazadas, que brinda la posibilidad de parir feliz y en libertad. Ella lo define como la suma de sus vivencias, conocimientos y experiencias. Su primer hijo murió, probablemente de muerte súbita, y tal vez (como saberlo), eso haya marcado lo que tantos años después, es su pasión y su tarea cotidiana. Lo aplica y lo enseña en hospitales públicos.

-Muchas veces te debe haber pasado que las cosas no salieron como esperabas. Todas esas cosas que rompen, y estalla la postal de ese parto ideal
-Siempre les digo a las personas que formo que hay que trabajar muchísimo la frustración, transitar por el aprendizaje que propone el Método no significa tener un nacimiento bajo o libre de obstáculos. Yo no hablo de parto porque a una embarazada -y esto lo comprobé- le decís que sienta donde le resuena la palabra parto, y cuál es la emoción que viene y se agarran el pecho y ponen cara de miedo, de dolor.
Ahora, ¿dónde les resuena y cuál es la parte del cuerpo y la emoción que le despierta la palabra nacimiento? y ponen inmediatamente las manos en la panza y aparece una sonrisa. Entonces, a partir de eso, como todos los trabajos del Método son para incrementar el contacto, no hablamos de parto sino de nacimiento. Y sabemos que no hay garantías, hay experiencias.
Es como en la vida. Entonces, cuando vienen a las clases lo primero que les digo es que no hay garantías, si, que van a transitar por el aprendizaje del método, va a haber contacto; tienen la posibilidad de aprender a habitarse, pueden vivenciar no con la cabeza, sino sintiendo el espacio por donde va a pasar el bebé, y aprender recursos para elevar el umbral del dolor y atravesar ese dolor. Yo le pregunté a mi abuela cómo hizo en Europa cuando nacieron los hijos, y ella me dijo: "Abría las piernas y hacía fuerza". Así de simple. Entonces, ¿qué pasó que llegamos a esta situación donde de pronto hay que hacer un curso para permitir el nacimiento del hijo?

-¿Y qué pasó que además de hacer un curso las mujeres piden y quieren cesárea, anestesia y rapidez?
-Pasó que hay una mirada externa muy fuerte, y hay otro (la ciencia), que yo creo que sabe lo que yo tengo que hacer. Y eso no es verdad. Entonces se mira al médico, se mira a la partera para que ellos me digan qué tengo que hacer y cuando. Cuando una está en contacto con su propio cuerpo surge del cuerpo lo que tiene que hacer.

-¿Una sabe más de sí misma que el médico?
-Es que una sabe lo que está pasando, pero los médicos no tienen la culpa de esto. Fue algo que se instaló en determinados grupos de la sociedad urbana, porque en el campo no pasa eso. En el campo donde una mujer ve como la yegua permite el nacimiento del potro, el perro, el gato... está en contacto con eso, entonces no va a hacer un curso, no va a pedir una peridural, nadie le dijo que existe eso. En los lugares en donde hay Internet y demasiada información, las embarazadas hablan como los médicos, pero es de la cabeza para arriba, cero contacto, viven con el esfínter anal, los labios vaginales apretados, tensos y después nos asombramos de nacimientos prematuros. El bebé está tan apretado por dentro que quiere salir corriendo.

-¿Cómo se hace para darle a esto masividad? Transformaste una experiencia de clase privilegiada en un derecho para todas en hospitales públicos
-Primero apareció el deseo de constatar los beneficios del método en todas las mujeres y que no quede reducido sólo a las que puedan pagar. Un día me llamó una obstétrica, Raquel Salomone que era la Jefa de Obstetricia en el Hospital Posadas y me dijo: "Quisiera ver qué posibilidades hay de implementar en el hospital esta actividad". No nos conocíamos. Y fui porque primero necesitaba conocer, ver cómo trabajaban, qué hacían.
Empecé a trabajar con las obstétricas. Esto fue en el año 2004, y hasta el día de hoy todos los residentes pasan por acá. Siempre digo que si alguien ve a una embarazada en una esquina jadeando es seguro que se va a acercar y le va a ofrecer ayuda. Pero si ve a una embarazada en esa misma esquina diciendo 'o', va a pasar y va a decir: "Que loca, se puso a cantar".

Este 'canto' tiene su historia. Fue revelador para Frida. Ella lo recuerda así:
"Mi hija mayor, Silvana vive en Francia y yo viajé para acompañarla a parir. Justo antes de viajar habíamos tenido un modulo en la escuela de eutonía donde nos enseñaron a habitar distintos espacios internos del cuerpo mediante la emisión del sonido. Y para habitar la pelvis había que emitir una 'o'.
Rompe bolsa un jueves a las tres de la tarde, había contracción, no había dilatación y el viernes a la mañana le dicen que va a cesárea, porque no hay dilatación. Yo no tenía todavía ningún conocimiento formal, académico pero le dije: "Silvana, hagamos la prueba". Y cada vez que venía una contracción las dos emitíamos un sonido de 'o'. Ahora yo ya sé, puedo dar una explicación a lo que pasó. En ese momento era puro contacto.

-¿Y alrededor, la enfermera, el médico, que decían?
-La enfermera. después de haber estado una hora diciendo la 'o', Silvana tuvo un temblor profundo, y también muy conectada yo le decía: "Temblá". Ella decía que no tenía frío, y yo le contestaba que no importaba, que estaba aflojando tensiones. Vino la partera, la revisó, nos miró y dijo: "Sigan cantando porque empezó a dilatar". Y seguimos con la 'o'. Cuando llegó a los 6 centímetros de dilatación la partera nos dijo: "Vamos a la sala". Y bueno, seguimos en la sala diciendo la 'o', y a las 6:30 de la tarde, sin episiotomía, nació Jonathan. Fue conmovedor ver el nacimiento de mi nieto, fue muy conmovedor.
En esa época no había mails. Yo escribí una carta, la envié al estudio, a la persona que se quedó acá trabajando, dando las clases. Esa persona leyó la carta, había una psicóloga, esa psicóloga se lo contó a una partera. Yo me quedé casi tres meses en Francia, regresé un lunes, y el jueves ya estaba trabajando con esta partera, Marta Martínez.
Trabajando con las embarazadas es que fui aplicando los trabajos de contacto que propone la eutonía en su esencia. En su momento se llamó eutonía para embarazadas, pero claro, después fui modificando, aprendiendo, corrigiendo, en fin, creando un método específico. Ese método, personalísimo, es la suma de mis vivencias, mis conocimientos y mi propia experiencia: ahora se llama Método Kaplan.

Hay que multiplicar
"La frase me la dijo Raquel Salomone, y a mi me resonó muy profundamente. Jamás pensé que iba a suceder lo maravilloso que está sucediendo. Que iban a venir del hospital Posadas, del Argerich, del Piñero, del Álvarez, y ahora se incorporan de Morón. Alguien dijo que lo que surge del hacer es trabajoso, en cambio lo que surge del ser, fluye. Esto ya fluye. Y en las personas que se forman como docentes, dentro de la formación está incluida la conciencia solidaria.

-¿Qué es la conciencia solidaria?
-No pensar sólo en tener alumnos en el estudio, sino en salir a enseñar esto, así como yo estoy haciendo en los hospitales. Cuando una pareja está embarazada, cuando son pura cabeza, bloquean lo que puedan sentir, entonces yo les explico que hay miedos universales, pero que no son premonitorios. Eso los aquieta, pero porque es cierto. Porque tienen tanto miedo: de que se muera, de que no sea sano, de que le pase algo.Cuando se les dice: "Están habilitados a tener miedo, pueden tener miedo", eso calma. Yo vengo de la generación de "el cursito" del parto temor y sin dolor, con el jadeo que es una mentira total y se sigue haciendo. Y es hasta absurdo si lo pensás con sentido común.

-Pero se sigue haciendo.
-No porque sea bueno, sino porque alguien un día inventó esto, y las mujeres creemos que eso es bueno y que si no da resultado es porque nosotras no lo hacemos bien. A mí no me fue bien con el jadeo. Cuando me preguntan por el tema del jadeo los invito a que tengan la vivencia. Cuanto tiempo pueden estar jadeando. Se agotan. No sirve. Ahora, ¿se sigue aplicando porque les fue bien, o por que alguien armó un curso de profilaxis y dentro del curso está esto? Lo del jadeo es sencillo: te hiperventilas y te cansas. Quien lo inventó pensó que si una se distrae del dolor y piensa en otra cosa, vale y lo que el método propone es justamente lo contrario. Estar conectada, atravesar la sensación para estar habitando esas zonas de mi cuerpo que permitirán el nacimiento de mi hijo. Siendo la protagonista, sin distraerme, estando allí.
La autoestima de una mujer que siente que pudo, que pudo estar -no porque tuvo un parto bajo- es poderosa, es sentir yo puedo. Lo ideal es el trabajo en equipo, el respeto de lo que el otro puede hacer, pero parece ser que esto de trabajar en equipo es todo un tema.

-¿Cómo te llevas con la institucionalidad? Decís cosas a contracorriente.
-¡Si!, ni yo, ni el Método nos peleamos.pero ese es un tema. En todo caso hay acuerdo en que el sistema es perverso, por muchas cosas. La primera es que no hay tiempo para darle tiempo a un proceso que lo que necesita es tiempo.
La occitocina hace que se acelere, entonces las contracciones son muy rápidas, son tan rápidas que duelen mucho. No es ese dolor que va avanzando con la dilatación, que me permite acostumbrarme antes de pasar al próximo estadio. Acelera. Y claro ¡es insoportable! Es cruel, en primer lugar con la embarazada y con quien va a nacer, pero también lo es con los equipos que están allí, trabajando.

-La Ley 26485 de Protección integral a las mujeres, incorpora el concepto de violencia obstétrica.
-Esas son las cosas que hacen que me sienta orgullosa de ser argentina. Esto era impensable hace no mucho, 8,10 años. Pensar el parir como un derecho, es algo maravilloso. Tan maravillosos como haber descubierto el efecto de sonreír mientras pujas, lejos de la crispación con que nos muestran en las películas. Aprendemos eso que nos muestran, tenemos que animarnos a decirle que no a ese modo.

-Hablando de derechos: ¿tuviste a parejas lesbianas integrando los grupos de trabajo?
-Claro, yo apuesto a la vida y a la libertad. Siempre para fin de año nos reunimos las parejas con los bebes, y es bárbaro ver el afecto con que se encuentran y se cuentan lo que les pasa, todas, sin que a nadie le importe nada, si son dos mujeres o si es una mujer y un varón.
A la hora de aprender un ejercicio o un toque, igual, la embarazada recibe de su compañera ese toque, ese gesto que en la misma sala están recibiendo las otras embarazadas de sus compañeros.
Todo fluye porque apuesto a la vida. Esa es la única consigna.

Una niña triste
Clásica combinación entre Rusia y Polonia, sus padres llegaron a la Argentina huyendo de las persecuciones contra los judíos. Con mandatos fuertes, y una unidad familiar que los ayudó a sobrevivir, pero que se convirtió -sin desearlo- en una mochila para las generaciones siguientes: casarse, tener hijos, ser una buena madre y una buena esposa. judía.

-¿Cómo eras?
-Siempre cumplí con el mandato. Buena y linda.

-O sea, ibas al colegio, cumplías con la tarea, no te metías en problemas...
-No, para nada. Siempre sonreía. Me portaba bien. Bueno, me llevó muchos años de terapia encontrarme con mi deseo, porque esa nena que cumplía con esos mandatos no estaba en contacto con su propio deseo. Me recuerdo como una nena triste.

-¿Y después que pasó? ¿Hiciste el secundario, estudiaste, tenías proyectos para vos, además de casarte?
-Hay un deseo que recuerdo, un deseo muy fuerte pero que yo no lo dejaba crecer porque no podía ser para mí. El deseo me parecía algo tan loco, loco desde el lugar de algo imposible. Lo que yo deseaba era poder ayudar para mitigar el sufrimiento. Pero era algo imposible, porque para hacer eso había que estudiar medicina. Tenía 10 o 12 años, y sabía que médica no podía ser. Tenía que ser madre, esa era la programación.

-Y por supuesto llegaste virgen a tu matrimonio.
-Claro, lógico. Todas mis amigas llegaron vírgenes al matrimonio. Me enamoré de un hombre 11 años mayor que yo.

-Él ya tenía edad para casarse. La madre de él lo debía volver loco.
-Él tenía edad para casarse, yo tenía que prepararme para el matrimonio. Entonces quinto año del bachiller no lo hice, y ocupé ese año para estudiar corte y confección y bordado a máquina. Y yo solita me bordé el ajuar, las sábanas, los manteles. Se preparó una lista de casamiento. Yo no conocía a nadie en la fiesta. En esa época las fiestas eran un evento social para esa generación de inmigrantes. Y cuando la modista me preguntó cómo quería el vestido, yo le dije: "Yo quiero un vestido que cuando entre todo el mundo se quede sorprendido". Así me preparé para el matrimonio.

-¿Y el sexo, alguien te dijo, alguien te contó?
-No, no, de eso no se hablaba. Tampoco con él, aunque había algún jueguito erótico. Pero hasta ahí. Sí me tenía que preparar con un lindo camisón blanco para la noche de bodas. Y eso me puse.

-Y después te lo sacaste.
-Y después me lo saqué. Hablar de la noche de bodas es algo difícil no por pudor, sino porque él existe, hay toda una familia, hay hijos, hay nietos. Y ¿cómo voy a contar lo que yo sentí en ese momento?

La familia, el teatro, el descubrimiento
Adrián, el primer hijo murió a los dos meses y medio, luego nacieron tres más.

-¿Como salís del impacto, del dolor?
-Nunca terminas de salir, porque la muerte de un hijo es para toda la vida. No con el mismo impacto dramático. En el primer momento fue la negación: "Dios así lo quiso", que para mí es un acto de negación. Me ayudó la actividad teatral. Entrar a un teatro independiente.

-¿El teatro llega a tu vida a partir de esta circunstancia? ¿Qué pasó?
-Fue una amiga que estaba en un teatro independiente. Vino y nos dijo, al papá de mis hijos y a mí: "Estoy actuando, quiero que me vengan a ver". Y nosotros que estábamos sin pulsión vital, accedimos. Y eso nos atrapó a los dos, nos interesó. A partir de ahí, se despertó un deseo, y en ese teatro, en los camarines se criaron nuestros hijos. Fue muy bueno, fue encontrar algo inesperado, porque yo me acuerdo que de nena quería estudiar baile y mi mamá que decía que no, que la nena no podía estudiar baile ¡a ver si de grande se convertía en actriz!. Eran los inicios del psicoanálisis acá, y de alguna manera comencé a trabajar conmigo para reconocer que la tristeza venía de larga data. Todo ese trabajó me llevó y me sigue llevando por caminos de cambios, caminos de crecimiento, alejarme de programaciones recibidas, conectarme con mi deseo .

-¿Y ese largo rato del teatro cuánto duró?
-Duró muchísimos años, pero muchísimos años. Más de 30.

-Y en ese recorrido de 30 años, ¿hay flashes que te siguen produciendo alegría, calorcito, diversión, risa?
-Hay amigos muy queridos de esa época. El último espectáculo del que participé fue una representación grupal que se dio en el Teatro Cervantes, que después fue el espectáculo elegido para representar a la Argentina en un festival teatral que se hizo en Alemania. Y cuando regresé de ese festival, me dije: "Lindo título el de este espectáculo para cerrar una etapa de mi vida". El espectáculo se llamaba La gran ilusión. No es que me levanté un día y lo pensé. Es el resultado del trabajo, duelo...

-¿Qué significó el cierre de la gran ilusión?
-Fue en el año '93. Yo ya me había recibido de eutonista...

-En el ínterin vos hiciste otras cosas, estudiaste cosmetología, hiciste trabajos que tenían que ver con una búsqueda de centros de energía. ¿Qué buscabas, mirando desde aquí, ahora, cuando miras a aquella Frida?
-A mí siempre me ocupó, me interesó, tenía el deseo de ser una buena actriz. Y yo sabía que el trabajo corporal era importante para tener una flexibilidad, para poder entrar y salir de los personajes, para poder realizar mejor mi tarea. Entonces por aquella época, allá lejos, en la época del '60, '70, había una actividad de Susana Milderman que después se convirtió en la tarea de centros de energía. Eso me interesaba porque me hacía bien, más allá de lo actoral, me hacía bien porque me modificaba el tono, me alejaba de esa cosa gris que estaba dentro de mí, muy maquillada. Un actor me invitó a trabajar en Israel, entonces en el año '73 fui, actué, con mis 3 hijos. Mi marido después nos vino buscar.
Yo necesitaba seguir con mi terapia y había que ganar dinero para pagar mi terapia. ¿Por qué? Porque la bonanza de los hombres, tanto de mi padre como de mi marido, desapareció. El poder económico de ellos se esfumó. Así que yo tenía que trabajar para ganar un dinero para pagar mi terapia. Entonces vino una querida sobrina y me dijo: "Te armo un grupito y vení a darnos clases de lo que vos sabes". Y así comencé.

-Ya estabas en esa época con la eutonía.
-Me enteré que había una disciplina que se llamaba Feldenkrais, y tomé un taller con una persona que vino del exterior y me pareció alucinante. Y frente a la posibilidad de viajar a los Estados Unidos para formarme como Feldenkrais Practitioner, me fui un mes a la universidad de Sonoma donde durante todo el día tomaba clases. Volví fascinada, pero yo no podía seguir esa educación porque tenía que viajar dos veces por año, y mi situación económica no me lo permitía. Aquí se abrió la escuela de eutonía, y Berta Vishinivetz a quien conocí en este viaje a los Estados Unidos, me dijo: "Se abre la escuela ¿porqué no haces la formación?". O sea que yo ingresé a la formación sin saber bien qué era la eutonía, pero si sabía, había leído algo, que era bueno para los actores, entonces pensé: "Me va a servir para la actuación y para las clases que estoy dando".

-Unos años más tarde toman la decisión de separarse. Algo un tanto atípico en tu medio social, después de tantos años de matrimonio y con hijos grandes.
-Después de 38 años de estar casados. La decisión la tomé yo. Ahora ya pasaron tantos años de esa decisión. Y se que fue lo mejor para los dos, realmente. En ese momento sentí que nos teníamos que separar porque habíamos tenido crecimientos diferentes. Al decir crecimiento no me refiero a conocimientos, intereses intelectuales, sino a estar en contacto con otras realidades. Fue doloroso para los dos, y en ese momento empecé mi vida de nuevo porque me fui de la casa en la que vivíamos con una valija con ropa, y una valija con libros, y empecé de cero. Mis hijos eran grandes, no tenía que cuidar chicos. A quien tenía que cuidar era a mí. Nadie lo podía creer. Fue difícil, pero fue bueno. Ahora podemos estar en encuentros familiares y no hay enojo, nos reímos, nos divertimos. Somos los padres y los abuelos.

-¿Y cómo empieza a gestarse dentro de vos esta asociación entre eutonía, vida íntima, vida autónoma?
-Todo lo trascurrido fue para aprender. Yo comencé en la escuela de eutonía para mejorar mi condición de actriz, y también para ver qué aporte me podía dar esta disciplina a la clase que estaba dando. Cuando estaba en el segundo módulo de la formación nos dieron para estudiar el libro 'El sentido del tacto' de Ashley Montagu, donde el autor explica que en la década del '60 la muerte súbita proliferó muchísimo debido a la educación donde el contacto estaba ausente. Yo me reconocí en esas palabras, porque yo quería ser una madre moderna y no el modelo de mi mamá, de la inmigrante. Y mamá tenía razón también en eso. Porque el médico me decía: "No lo levante, y si llora, déjelo llorar". Mi mamá me decía: "¿Qué haces? Yo no puedo escuchar que llore así". Yo quería lo mejor. Escuché a la ciencia de ese momento. Pero, ¿por qué? Porque no estaba en contacto conmigo, porque mi fragilidad era muy grande, entonces o escuchaba a mi mamá o escuchaba a la ciencia. Dentro de mí no había nada para escuchar.
Estoy hablando de mi historia, yo me reconozco como no habiendo tenido contacto, que no quiere decir no haber querido a mi hijo. Yo, o la escuchaba a mi mamá o escuchaba a la ciencia. Yo quería escuchar a la ciencia. Muchas mujeres se enojan conmigo y me dicen que ellas tuvieron contacto y el bebe se murió igual.
Yo hablo de mí y quiero ser cuidadosa. Cuando leo este libro, viví el duelo que 30 años atrás no había podido vivir debido a mi fragilidad, lo viví en ese momento. De ese gran dolor, de ese duelo, me surgió un contacto muy profundo con las embarazadas y con los bebés, pero no es que yo me senté a pensar, me pasó, cuando el contacto es profundo, algo sucede.

-Frida, en el ínterin vos decidís terminar el secundario. ¿Por que? Ya eras una eutonista, ya estabas trabajando
-Si, Jonathan ya era un hombre. Yo ya había publicado el libro 'Embarazo y Nacimiento Eutónico' ( Ediciones B). Sentí que quería terminar aquella asignatura pendiente. Me faltaban 11 materias. Las di, y me trabé en matemáticas. No voy a decir que me trabé porque en la vida me sucedieron otras cosas y otros duelos, y no podía tener la cabeza para estudiar matemáticas. O sea, la verdad, que me faltan tres materias Ahora junto con la elaboración del duelo de la muerte de mi madre, y de la separación de mi segunda pareja, tengo una tarea fascínate que es la de aprender a estar sola.de hombre.

-¿Cuántos años hace que pusiste el foco en el trabajo con las embarazadas?
-Jonathan tiene 21 años, así que hace 21 años.

Frida tiene una voz particular, ojos muy claros y una actitud calida: es imposible asociarla con lo que ella describe con una niña triste. Es vital e intensa, aunque hable de un modo pausado. Sale de la pasión con que defiende el Método para entrar en las anécdotas de sus nietos con la naturalidad de quien concilió dentro de si, la abuelidad, la tarea, la responsabilidad y la alegría.
Es una de esas mujeres que se animó y escribe su propia historia.
Gracias Frida!
Fuente: http://www.lilianahendel.com.ar/leer_entrevista.php?id=53