Atreverse al cambio Revista Uno Mismo, abril, 2011.

La reconocida eutonista acaba de publicar "El Poder de Renacer", de Editorial Grijalbo, donde relata las experiencias que la hicieron enfrentar sus limitaciones y de este modo propiciaron su crecimiento. Desde estas páginas, nos invita a aventurarnos en nuestro propio camino. El aprendizaje no es, no podría ser nunca, un proceso cerrado. Por el contrario, es abierto, dinámico e involucra la voluntad, la fortaleza interna y la capacidad de atreverse a romper estructuras impuestas desde afuera, diseñadas por otros. ¿Cómo reconocer cuando estamos en el camino de la autorrealización? La emoción, la sensación de bienestar o de paz marcan la dirección a seguir y nos proveen seguridad para avanzar cada vez un paso más allá. Claro que esto no implica que el autoconocimiento vaya a conducirnos a un estado de bienestar inmediato. Lo que uno experimenta cuando se respeta, se escucha y se deja guiar por lo que auténticamente está dentro, para desprenderse del funcionamiento del otro, es un sentimiento más vinculado a la tranquilidad, a la posibilidad de autodeterminación y autorrealización. Por el contrario, cuando funcionamos de acuerdo a mandatos que no nos son propios podemos perder el respeto por nosotros mismos, dejar de gustarnos, abandonar el orgullo por nuestra identidad y la confianza, que es la que nos permite hacer. Aquellas personas que nos conocen o nos rodean pueden aceptar o no el cambio interno que implica vivir respetando el sentimiento, la necesidad propia, la emoción. Cada uno hace lo que está a su alcance, lo aprueba hasta donde es capaz. Lo fundamental, en última instancia, es no perder de vista que el proceso de autoconocimiento es beneficioso para quien lo encara y por ende, probablemente, redunde además en un sentido positivo en aquellos con los que se vincula. Sin embargo, recuerdo que la primera vez que inicié una terapia psicoanalítica, mi madre -inmigrante, casi analfabeta- tuvo plena conciencia de que ese proceso podía, al menos en un primer momento, alejarme de ella."No me gusta eso -me dijo- , porque vas a dejar de quererme". En parte tuvo razón.Hubo una etapa en que me distancié para diferenciarme, para crecer. Pero, asimismo, para volver a acercarme después y acompañarla amorosamente hasta el final. En los últimos años nos entendimos más y mejor. Eso es lo que ocurre cuando el otro acepta el proceso de cambio: también puede cambiar y tiene la posibilidad de acercarse a su verdad emocional. Cuando el cambio alcanza a las dos personas, la relación puede evolucionar en una dirección distinta y perdurar, enriquecerse en ese proceso dinámico.Cuando, al contrario, una de las partes evoluciona y la otra se estanca, se resiste, no acepta la transformación, el vínculo puede quebrarse. Es lo que les ocurre a muchos matrimonios: una de las partes registra la necesidad de redescubrirse, de conocerse, de priorizar su verdad, mientras que la otra permanece estática. Es muy probable que a ese proceso dispar entre las partes sobrevenga una separación. Los vínculos afectivos, como la vida, son por naturaleza dinámicos, no cerrados ni estáticos. Pretender que las relaciones no cambien o que las personas no se diferencien es negar que cada uno vive su propio curso de evolución. El desafío es atreverse a dejar "lo seguro" para iniciar un camino de búsqueda, sin saber hacia dónde nos conducirá. Es previsible que esa búsqueda nos aleje de ciertas personas que suponíamos cercanas o afines y nos acerque a otras, abriéndonos paso a nuevos lazos.Tanto una cosa como la otra pueden producir temor. Pero no tendría sentido no cambiar por miedo, o para evitar que se modifique el entorno. Así no estaríamos viviendo en correspondencia con un sentido de vida propio o genuino, sino en función de una imagen, de una ilusión alejada de la verdad. La elección de vivir "sin equivocarse", "sin cambiar", "sin incomodar" podría conducirnos a un proceso de enfermedad o hacernos, lisa y llanamente, infelices. El precio de resistirse a un cambio cuando éste se impone es, en el largo plazo,mucho más alto que el que supone afrontar una transformación que podría acarrear situaciones dolorosas o difíciles. ¿Cuánta gente vive y cuánta ha vivido siguiendo a rajatabla el destino que le fue impuesto "desde afuera" para descubrir, cuando ya es tarde, que la posibilidad de haber vivido bien se le ha escapado de las manos? Está claro que el proceso no será lineal y, eventualmente, surgirán obstáculos. Pero vale la pena considerar transitar posibilidades diferentes para vivir mejor de otra manera. En incontables situaciones, debido al pánico por atravesar momentos traumáticos o dolorosos, se perpetúa un estado que acarrea un dolor permanente. Mientras que muchos piensan que "no se pude vivir de otra manera", otros sienten que no tienen fuerza para encarar un cambio. Hay, incluso, quienes no se atreven a encararlo por cuestiones sociales o económicas. En general, la mayor parte de la gente usa este tipo de cosas como excusa. La toma de conciencia del sufrimiento en el que viven los angustia, pero temen a la aparente dureza de ese giro. En realidad, éste sería un acto de respeto hacia sí mismos que, es factible, les devolvería parte de la tranquilidad perdida. La consideración por la vida de uno y la toma de conciencia interna sobre lo que nos ocurre en realidad abren un nuevo camino. Un camino hacia la libertad y la serenidad interior. Un camino saludable, que nos aparta de la obediencia para permitirnos iniciar el proceso de autoconocimiento. La construcción permanente Cada día de nuestras vidas a cada momento y muchas veces sin tener conciencia de ello, tomamos decisiones que van definiendo, en cierta medida, nuestro camino. Ocurre que no siempre conseguimos concretar lo que planeamos porque se nos cruzan variables que no controlamos, como el azar. Lo que lleva a una pregunta que se impone: ¿hasta dónde es posible planificar? En algún punto, vivir nos obliga a organizarnos. Para cumplir con nuestras rutinas diarias necesitamos orden, que nos sirve a ciertos fines específicos, puntuales. Sin embargo, más allá de lo que puede ser planificado, y de los proyectos que elegimos diseñar y cumplir -una cena, un viaje, un seminario-, considero que es bueno pensar en la importancia de ser flexibles ante aquello que no podemos manejar, la imprevisibilidad de la vida, que de algún modo la hace interesante. Cuando nos proponemos organizar determinada cosa -un evento supongamos- nos manejamos siguiendo una lógica de mediano o corto plazo. La vida, no obstante, no puede ser reducida a un plan específico o inmodificable.No sería factible, y es una suerte que así sea: abrirse a lo sorpresivo que se presenta, cuando se impone lo súbito. Lo más deseable, desde mi punto de vista, es entregarse a la experiencia. Les propongo que se dejen sorprender. ¿Cuántas cosas de nuestro presente no hubieran sido posibles sin una cuota de azar? Personalmente, jamás imaginé en mi niñez ni en mi temprana madurez que mi vida evolucionaría en la dirección en que lo hizo. Los hechos fueron sucediéndose, las personas que conocí me influyeron de mil y una formas; de manera imprevisible, del mismo modo, yo misma fui descubriendo, reconociendo, los proyectos que traían nuevos conocimientos y nuevos planes y, al final, persistí en mis deseos. Yo intento seguir lo que surge de mí.Me transformo. Es probable que algunos lleguen a entenderlo y otros no, pero uno cambia a medida que madura, porque la experiencia nos sorprende y los cambios externos e internos necesariamente nos atraviesan. Es entendible que los demás -incluso nuestros afectos más cercanos- muchas veces, de poder optar, prefieran la seguridad de lo conocido, respondan a ciertas expectativas y no vayan más allá. Pero es necesario, como ya se ha dicho, liberarse, en cierta medida, de la mirada externa para concentrarse en tomar las que son las mejores decisiones para cada uno de nosotros, esas que operan favorablemente en nuestras existencias. Miedo a vivir,miedo a cambiar Los dolores, el padecimiento y buena parte del sufrimiento que nos afecta suelen enmascarar un gran temor, más extendido de lo que suponemos: el miedo a vivir, que es, ni más ni menos, el miedo a cambiar.Hay quienes suponen que mantener su mundo sin modificaciones los salva, de algún modo, de los riesgos. Quizás imaginan que conservar las rutinas, en las relaciones que mantienen con otras personas o en las emociones que expresan, es más cómodo o más seguro que afrontar el hecho de que nada es estático e inamovible. El miedo a actuar, como verdaderamente harían si no temieran, los paraliza. Parece más cómodo no pensar en el aquí y ahora,dejarse llevar por elucubraciones y cálculos racionales."Por lo menos, manejándome de este modo no me estoy arriesgando tanto", piensan algunos. Pero, insisto, es el miedo a vivir, a sentir, a cambiar, lo que puede terminar frustrándonos o enfermándonos. ¿Pensaron alguna vez en el riesgo inmenso que supone no cambiar, no evolucionar, no madurar, no crecer? Despertar a la experiencia es animarse a sentir y a mutar, a pensarla como un proceso plagado de momentos imprevistos y de sorpresas. Los invito a reflexionar sobre el estado de ánimo, el deseo, la emoción y lo maravilloso de volver a sentir el presente. Los invito a vivir desde un lugar diferente, atreverse al gran cambio que les devolverá la energía vital, las ganas de hacer. La vida nos sorprenderá, por fortuna. Siempre supera nuestras expectativas. Cuando no nos atrevemos a cambiar, ella se encarga, por sí misma, de producir un efecto ocasionalmente dramático -la enfermedad, la muerte- en ese camino que no estamos dispuestos a torcer. Muchos no están preparados para adentrarse en lo profundo del cambio. Otros hacen modificaciones relativas, sutiles. Lo importante es que cada uno, hasta donde pueda, se atreva a volver a sentir y abrirse a la existencia. Uno atraviesa la vida o la vida lo atraviesa a uno, es tan simple como eso. La experiencia está de nuestro lado cuando el aprendizaje está presente, y lo que para algunos es un cambio de planes que incomoda y al que se le opone resistencia, para otros puede ser una oportunidad y hasta una liberación. El aprendizaje nos aleja de la lógica "éxito o derrota", y habilita una apertura a otras formas de sentir y de pensar. Nuevamente, la queja puede ser reemplazada por una actitud positiva, capaz de revertir las vivencias en experiencias de aprendizaje, que permita interrogarnos sobre la direccion en la que queremos seguir avanzando. Claro que eso requiere de cierta fortaleza interna, pero como esta se construye .no es un don con el que se nace, sino, en todo caso, un trabajo que nace de la voluntad. tenemos posibilidades de fomentarla. Hablo del proceso de transformacion y reconocimiento de las cualidades propias. Hablo de la voluntad de vivir y contrarrestar la inmovilidad. Es cierto, no tenemos garantias de lo que podemos llegar a encontrar, pero al menos tendremos la voluntad de transitar la vida que nos ha tocado. Esa es, ni mas ni menos, la actitud que retroalimenta nuestra pulsion vital. En la fuerza interna, en la voluntad de transitar y mutar reside la verdadera naturaleza del cambio. El cansancio, una actitud mental .Que es el gcansancioh? La Enciclopedia Espasa-Calpe, lo define como la falta de fuerzas que resulta de haberse fatigado. Pero todos sabemos que este no surge solo como una consecuencia de un ejercicio prolongado o de muchas horas de trabajo. En incontables ocasiones, despues del descanso nocturno, amanecemos cansados. Este estado implica siempre perdida de fuerza fisica y de vigor moral. Para comprender la relacion que existe entre el cansancio y la actitud mental me remito, de nuevo, al diccionario.Actitud: postura del cuerpo humano, especialmente cuando es determinada por los movimientos del animo, o expresa algo con eficacia. Realizando una clase de Eutonia, el alumno siente la resistencia, encarnada en cansancio, que no le permite la investigacion de lo que ocurre mientras que atraviesa esa zona de sensibilidad. Esta, paradojicamente, es la que pone en juego las fuerzas necesarias para poder ir mas alla de los patrones acostumbrados. Con el proposito de colocar el foco ahi, en ese cansancio que no permite el cambio, en ese lugar donde el espejo nos muestra una imagen poco agradable. Si aceptamos vernos, es posible que, en ese mismo momento, capturemos las fuerzas necesarias (afectos, imaginacion, etcetera) y la transformacion se produzca en simultaneo. *Eutonista. Docente en la Escuela CES, Santander, Espana. Docente e integrante del Consejo Academico de la Asociacion Argentina y Latinoamericana de Eutonia. Autora entre otros titulos de El poder de renacer, de Editorial Sudamericana. www.fridakaplan-eutonia.com eutoniakaplan@gmail.com