Nació Federico!!!2019

NACIMIENTO DE FEDERICO — MARIANA — GABRIEL

16 de marzo de 2019

Fue muy hermoso.
El jueves 14 tuvimos ecografía. Ese día Gabi no podía acompañarme y la verdad que
yo iba con un poco de temor. Hacía dos días sentía que había cambiado el ritmo de
movimiento de Federico en mi panza. Me acompañó Clara, una de mis hermanas. En
la eco Federico había bajado de percentil 50 a percentil 10 prácticamente en todo. La
ecografista decidió hacerme un eco doppler y dio que mis arterias uterinas estaban
engrosadas de forma bastante importante. Ella me sugirió mandarle una foto de los
resultados a mi ginecólogo, Hernán. Su respuesta fue: La suma de estos dos factores,
más tu útero bicorne, BEBÉ AFUERA.
No colapsé porque con Pilar, nuestra primera hija, había pasado lo mismo en la última
ecografía. Está asociado al espacio reducido por la forma de mi útero. Enseguida
recibí una llamada de Hernán, en la que me explicaba mejor la importancia de que el
bebé naciera. Me propuso inducir el parto ese sábado próximo dado que él estaba de
guardia en el Sanatorio.
Y bueno, el jueves de noche lloré un montonazo. Uno se imagina mil cosas y después
la vida te plantea otras… Eso de adaptarse, ser fuerte y reconectarse. Todo este
embarazo me ha sacudido. Y al mismo tiempo nos ha unido y fortalecido como pareja
y como familia.
El viernes me dediqué a reponer energía porque sabía que la iba a precisar. Sabía que
me iban a inducir el parto y que había que ir evaluando cómo se daba todo. Nos
propusimos disfrutar las últimas horas con Pilar como hija única y la idea de que al día
siguiente seríamos cuatro y conoceríamos por fin a Federico.
El sábado llegamos al Sanatorio, yo estaba con una energía linda de enfrentarme a lo
que viniera, de conocer a Fede, y Gabi también.
Me pusieron 1 cuarto de misoprostol porque el cuello del útero todavía estaba bastante
largo y a los 10 minutos ya empecé con contracciones suaves. Al principio estábamos
en la sala con otra muchacha pero por suerte en seguida quedamos solos con Gabi.
Tenía una pelota hermosa roja y me llevé dos pelotas más, chicas, que también fueron
muy útiles. Sonaba Norah Jones, música re linda. Ya partimos bien diferente del
nacimiento de Pilar. Hernán, un señor, como médico y como persona. Me explicó todo,
lo del misoprostol, que íbamos a ver cómo respondía el bebé a la oxitocina, por lo
tanto, no quedaba otra que monitorear. Pero me dejó que el monitoreo fuera sentada
en la pelota o haciendo lo que quisiera siempre y cuando tuviera cierto control del
aparatito.
Empezaron a pasarme oxitocina y a la media hora que estaba con contracciones
fuertes me di cuenta de lo diferente que es tener contracciones con la bolsa entera que
con la bolsa rota. Eran unas contracciones fuertes ya, pero el dolor era divino. Era un
dolor lindo, me reía. Ahí empecé a usar la O bajita. Era como una olita que abría. Me
imaginaba eso: Que era una ola que abría.
A la media hora de la oxitocina, empezó a bajar la frecuencia cardíaca de Federico de
golpe, un susto grande. Hernán vino en seguida y me sacaron la oxitocina. Me dijo que

iba a estar una hora más dejando ver qué pasaba con las contracciones, y que en todo
caso probábamos una vez más. Estuve una hora y las contracciones empezaron a
bajar. Entonces, volvieron a ponerme oxitocina, y a la media hora empezó nuevamente
a descender el ritmo cardíaco. Empezaba a sonar el pi-pí de esa máquina que era
como un enloquecedor de cerebros. Así que Hernán se sentó al lado de nosotros y me
dijo: “Mirá, si este hubiera sido tu primer parto, ya te decía que esto era una cesárea
de cabeza, pero la opción que me queda es romper bolsa, primero ver cómo está el
líquido, que para mí ahora es fundamental, y segundo, ver si tu organismo responde y
cómo se desencadenan las cosas”.
Así que pese al dolor de que me rompieran la bolsa y de saber que todo era un poco
incierto, rompió bolsa. El líquido estaba bien transparente, precioso. Y ahí, a los 45
minutos arrancó una maratón de contracciones. Eso fue a las 11.30-11.40, y ahí
empezó la OOOOOO. Una O que no era gritando pero era una O que iba directo al
suelo pélvico. Era una ola. La palabra que me venía era una ola y yo dejaba que la ola
llegara al suelo pélvico, y me imaginaba que Fede iba bajando. Hablábamos con Fede,
lo animábamos a venir, le decíamos todo lo que lo habíamos soñado y lo que lo
queríamos. Gabi era como un profesional, no tenía ni que hablarle, le hacía señas,
porque por momentos era durísimo y él respondía y sabía lo que hacer. Pude ver la
variante entre contracción con bolsa y contracción sin bolsa. Era como metálico el
dolor, tal cual un dolor seco.
A las 14.30 le dije a Gabi que necesitaba ir al baño, empecé a sentir que tenía ganas
de hacer caca pero en realidad me di cuenta que las contracciones ya eran bien
fuertes y largas, hacían como una meseta, y cuando fui al baño y me intenté duchar,
como que otra vez quería mi pelota y el espacio abierto, porque el baño es muy
chiquito y me empezó a faltar el aire. Me senté en el baño y empecé a tener un par de
contracciones en el wáter con muchas ganas de hacer caca, así que decidí volver a la
pelota. En eso llegó la partera y me dijo que me iba a tactar. Estuvo genial porque
Hernán entraba, me miraba y me decía: “No te voy a tactar, vuelvo en 40 minutos”.
Venía todo el tiempo, estaba presente, que en el parto de Pili el médico venía, me
tactaba y se iba, y ni siquiera me hablaba. Y acá eran dos personas que estaban
conmigo. La partera divina, me decía que estaba respirando precioso: “Vos hiciste
yoga o pilates? Seguí así, sentí que baja, sentí que pasa, dejá que el dolor siga de
largo”. Era todo un amor Lucía, la partera. Me tactó y me dijo que estaba con 6 de
dilatación. Que iban a monitorear un poquito al bebé, y cuando lo hizo las pulsaciones
estaban re bajas. Yo empecé a sentir gritos: “Cesárea urgente! Preparen block!
Llamen al ginecólogo!”. Hernán estaba saliendo de una cesárea. En eso la miré, a la
partera y le dije: “Lucía, tengo que pujar”. Me dijo que no, que faltaba, que estaba con
6, que aguantara, que respirara como si quisiera oler un perfume. Yo la miré y le dije:
“Voy a pujar”. Yo ya estaba con el oxígeno, Gabriel me sacaba las caravanas, porque
le pidieron que me sacara las caravanas y el anillo. Entonces hice un pujo, ella me
miró entre las piernas y dijo: “Cambio de planes, parto en sala!”. Y en eso, en 10
segundos, habían 8 personas al lado de mi cama, en 15 segundos estaba Hernán, que
lo vi bajar agitado, se sentó al lado mío , hice un pujo más, en el primero que fue con
la partera, sentí que salía la cabeza y el hombro, y en ese segundo pujo salió, lo vi
salir. Y Hernán, que estaba al lado, lo miró y dijo: “Después de mi hijo mayor, este ha
sido el bebé que he tenido más cerca en un parto”.
Y ta, nació ahí, entre mis piernas, entre las sábanas, yo le veía el culito y sus piernas,
no le veía la carita. Muy emocionante.

Los pujos fueron totalmente conscientes, los dos pujos fueron con la O, una O fuerte,
una O no sé si gritando pero que salía salada. Y Gabi por momentos se ponía atrás
mío y hacía la O conmigo. Yo a veces practicaba la O, lo básico, recordando la
práctica de la O espalda con espalda, ver y sentir la vibración de la O, y que moría en
el suelo pélvico… Fue un recurso que no sé cómo agradecerlo. En ningún momento
tensé la boca, regulé la energía, los pujos los hice con mucha fuerza, que con Pili me
desmoronaba, me desmayaba. Cuando salí era como que la energía sólo abrió y
abrió, y salió Fede. Y desafió todo, todo un enano rebelde.
No sé cómo explicar, cómo transmitir. Las emociones son muchas: Alegría, mezcla de
euforia, con adrenalina. Pero también pensar, cuántas cosas pueden cambiar la
vivencia de un trabajo de parto y también un final. Me di cuenta de eso que habla la
eutonía, cómo el miedo frena, la falta de información, el sentirse en un lugar que no es
seguro o con gente que no es de confiar, y la experiencia opuesta. Es como un milagro
lo que ocurre cuando todo es diferente. A veces pensé que en mi parto anterior tenía
mucha información y mucha teoría pero me faltaba también la confianza para poder
zafar o hacerme valer, en ese momento en que no tenés mucha valía, porque estás
con dolor. Y es una experiencia que me marcó, fue hermoso y Gabi dice lo mismo. Él
había quedado, en el parto anterior, estrujado y sin poder mover su mano. Y en este,
en realidad Gabi fue un apoyo para mí, no un macaco de amasije, por decirlo de algún
modo. Hermoso. Gabi dice que tuvo depresión post parto porque lloró como 5 horas
después que Fede nació, porque fue fascinante en realidad. Y cuando lo vimos y
estaba sano y fuerte, con sus dos ojitos bien abiertos, mirándome, nos derretimos de
amor.
Después de que Federico nació se lo llevaron volando a otra sala, yo me moría porque
me lo dieran pero estaba muy frío en ese cuarto y no tenían las cosas para hacerle
todos los controles que había que hacer. Me aprontaron y me llevaron a la misma
salita en la que estaban controlando a Fede. Hernán me pidió que hiciera un poquito
de fuerza para que saliera la placenta. El médico en seguida me preguntó si la quería
ver y llamó a los enfermeros, y nos dijo: “Miren lo que era la placenta”. Yo había visto
la de Pili, y esta no era nada, era una piltrafa. Me dijo que incluso tenía alguna zona
donde ya estaba desprendida, que no estaba cumpliendo su función y por eso en
realidad, Federico tenía que estar afuera.
Me suturó el desgarro con anestesia local, ya no había dolor. Gabi estaba con el bebé
atrás mío, me miraba y lloraba de emoción, y yo le dije: “Necesito que me lo den”.
Ahí me lo trajeron, ya vestidito y calentito. Estaba hermoso, hermoso y con los ojos
gigantes mirándonos. Y bueno, ahí empezó otra etapa de nuestra vida.
Siempre pensé en escribirle a Frida porque la verdad, fue un regalo del cielo la O. Es
increíble cómo es posible regular la energía y no desesperar, esa sensación de que el
dolor te recorre y va abriendo. Y también, la visualización, no sólo el hacer la O, sino el
poder visualizar eso que la O hace en realidad. Y en esa visualización le hablábamos
a Fede, y le decíamos que lo esperábamos, que era un caminito que tenía que hacer
él, que tenía que ayudar a mamá. La partera me decía que yo estaba con 6 de
dilatación, pero yo ya sentía a Fede ahí. Y de 6 a 10, de hecho, la dilatación ocurrió en
3 minutos. Tenía un reloj adelante mío y fue una locura.
Me siento muy agradecida con Frida y con la O.
Cariños a distancia de Mariana, Gabriel, Federico y Pilar.

P.D: La O llegó para quedarse. Ahora la usamos para calmar a Fede y Pilar (3 años)
es la primera que la aplica cuando siente a su hermano molesto o llorando.
P.D: Agradecerle a Lore, amiga del alma, que con todo el amor del mundo transcribió
un audio (que fue directo desde el sanatorio para ella), en este texto.