Nació Genaro

Hola Frida, Eva y compañerxs de las clases:
¡El 14 de mayo a la tarde nació Genaro! Teniamos fecha para el 10 de mayo y en el último monitoreo, ya semana 40, la obstetra nos preguntó si quería que me revisara, decidimos que sí y para sorpresa de ella y emoción nuestra ya estaba con 4.5 de dilatación.La obstetra nos dijo que había tocado la cabecita de Genaro y que su llegada era inminente, que si antes del lunes no se desencadenaban las contracciones “buenas”, como les dijo, que volviéramos a verla cinco días después. Salimos del consultorio emocionados. Cada uno tenía que hacer cosas y quedamos en reencontrarnos en casa un par de horas más tarde. Así lo hicimos: helado, frutas, últimos lavados de ropa pensando que sería inminente. Pasaron los días en casa anidando, como veníamos haciendo desde hacía un tiempo. Se me fue desprendiendo el tapón mucoso y sentía nuevas sensaciones placenteras, como mayor presencia de Genaro en la parte baja de la pelvis que había como “crecido” en los últimos días. La noche del domingo fuimos a la celebración del cumpleaños de mi hermano, comimos torta de mousse de chocolate, jugamos con nuestra sobrina. A la noche cuando volvimos a casa me agarró miedo, intuíamos que la dilatación habría continuado y que tal vez era pertinente ir con el bolso al sanatorio. Apareció el temor y Diego me contuvo como a lo largo de los nueve meses, hicimos la “o”, descansamos y a la mañana nos tomamos tranquilos un taxi. El viaje fue fluido. Nada de pañuelos blancos ni respiraciones entrecortadas.
La obstetra volvió a señalar lo especial de la situación, la dilatación era de 7 y que si seguían en ese camino las cosas, sería un parto-nacimiento tipo “trámite”, aunque a la vez nos contó de una mujer que había llegado con 10 de dilatación y que había derivado en una cesárea. En fin, nada estaba garantizado y resultaba necesario decidir.La osbtetra, atenta y presente como siempre, nos invitó a que nos tomáramos un tiempo para pensarlo tranquilos. Si volvíamos a casa era probable que alcanzara los 10 de dilatación y a la primera contracción tuviéramos que salir corriendo hacia el sanatorio. Como me había dado positivo el cultivo que se hace en la semana 36, me indicaron que era pertinente tomar dos dosis de antibiótico para cuando pasara el bebé. Esto implicaba 4 horas entre la primera y la segunda toma (vía venosa). Entonces la situación de llegar al sanatorio justos para parir no nos daba la ventana de tiempo para la toma del antibiótico, por otro lado, ¿por qué apurar algo que venía siendo tan natural? Se nos presentaban esta y otras preguntas, una vez más nos tocaba decidir como habíamos hecho durante estos 9 meses pero esta vez tenía la impronta emocional y la responsabilidad de que se trataba del nacimiento de nuestro hijo.
Salimos del sanatorio para desayunar y conversa.Esos momentos inolvidables que nos regala la vida. Decidimos quedarnos. Me pasarían oxitocina gradualmente por la misma vía que el antibiótico hasta llegar a las conracciones “buenas”. En un momento entró una enfermera muy divertida a la que luego apodamos Niní Marshall que preguntó si la oxcitocina era por falta de dilatación. Le contamos que estaba casi en ocho y explotó. Dijo que pocas veces había visto un caso así. También me miró la espalda y dijo que no descartemos que sea una nena. No le importaba que decenas de diagnósticos dijeran lo contrario. Una hermosa clown que se fue riendo en voz alta: “¿Buenas? buenas son las contracciones que te hicieron dilatar así!!!“
Durante el tiempo de toma de antibiótico estuvimos cantando, entrando en contacto, haciendo ejercicios con la pelota de tenis. La partera me revisó y estaba en 10 de dilatacion, me dijo que ya podia empezar a pujar. Esto me emocionó y tambien me inquietó…Yo sentía sutiles contracciones, placenteras…¿cómo iba a pasar nuestro bebe por la zona a la que tanto veníamos llevando nuestra atención con ese estado tan parecido al de todos los días?
Me parecía algo milagroso, inexplicable…¿cómo iba a suceder? Me ponía nerviosa esa sensación de “caso especial” porque sentía que me alejaba de ir cayendo en que sí pasaría por ahí nuestro hijo y que saldría!!!
Comencé con los pujos cuando venían las contracciones y me sentía desorientada. Recordaba lo que habiamos vivido en las clases, lo que leí en tu libro, Frida, y eso me ayudaba a seguir confiando aunque estaba desconfiada. Ahí se presentó el desafío de soltar: no solo abajo, sino el control. Control de no hacerme pis y caca encima, control de limpiar si algo se ensuciaba. Control mental. Diego siempre ahí. No como acompañante, sino como parte de lo que estaba pasando. Pasaban la partera y enfermeras y nos veían haciendo ejercicios y sonando las O y se iban, estuvimos solos, fue lindo eso. Luego supimos que ese día en el sanatorio hubo 18 nacimientos. Entendimos por qué al vernos tranquilos nos dejaron hacer. La partera, que junto con el resto del equipo nos parecía que nos habían idealizado como “los naturales”, me dijo que ya había llamado al anestesista pero solo por protocolo y yo pensé “qué sabemos si sólo por protocolo, tal vez me venga muy bien la peridural!”
Sucedió que no precisé anestesia por el ritmo en como se dieron las cosas. Lo que creíamos que seria solo la sala de preparto, se fue transformando en la sala de parto: nunca nos pasaron a un lugar que imaginábamos más quirúrgico. Bajaron las luces, se sumaron enfermeras, trajeron el instrumental y le dijeron a Diego que se vaya a poner un ambo. Lo ibamos a tener ahí.
La obstetra vino en un momento y tuvimos los tres una linda conversacion sobre las crianzas actuales.Las contracciones comenzaron a ser mas intensas y la “o” cada vez más nuestra aliada. Ahí empecé a comprender desde el cuerpo! Las contracciones estaban haciendo que Genarito bajara.Y a eso había que agregarle los pujos. Me agotó la búsqueda de cómo dirigir la fuerza soltando, probé varias posiciones hasta que me quedé en una similar a la ensayada en las clases. Seguí recibiendo la contención de mi obstetra pero dejé de escuchar lo que amorosamente me sugería sobre dejar de vocalizar, convocar ciertas imágenes y retenciones de respiraciones que no me ayudaban en la búsqueda de la dirección del pujo. Recuerdo, y creo que no lo voy a olvidar nunca, que en un momento, cuando la sensación de dejar pasar una contracción sin pujar y pujar tenían la misma intensidad -dolor, pensé: “esto no lo va a venir a resolver nadie, adelante!!!” Diego a mi lado me recordaba soltar abajo, prolongar el coxis y sobre todo sonreir. Salió una de mí misma que hasta ese día no conocía. La obstetra dijo que ahora iba a sentir un dolor permanente abajo porque estaba asomando la cabecita de Genaro, eso en lugar de dolerme me dio la energía que estaba precisando.El pujo se me organizó en ese instante: cuando venía la contracción yo hacía fuerza y soltaba abajo vocalizando con toda mi voz, en mi voz mi alma, mi corazón todo. Recuerdo que me sugerían otra vez no vocalizar pero eso ya no era posible para mí, me daba cuenta porque lo sentía, que con la O en una versión salvaje podía sentir la dirección de pujo y sentirlo a Genaro, dejaron de sugerir lo anterior para alentar los siguientes pujos porque Genaro ya estaba saliendo. Escuchaba a Diego que se reía con mis gritos, se tentó en ese momento que luego bautizamos como “Amazonas”. Yo sentía que estábamos en dimensiones distintas y conectadas. Sentirlo pasar!!! Sentirlo pasar como un pez, recibirlo, su piel, su temperatura, todo su ser aún bastante líquido…son imágenes táctiles tan increibles como milagrosas.
Mientras Genarito estaba con Diego me cosieron unos puntos porque me desgarré un poquito, no me dolió pero sí molestaba el tironeo. Entonces vocalicé la “O” y la obstetra dijo “Para esto no se aplica la O”. Sonriendo le conté que también venía bien para ese momento. La placenta esperaron a que saliera y fue muy placentero el alumbramiento! Como le había pedido a la obstetra verla, me la mostró y también la bolsa donde Genaro estuvo durante toda su gestación, que se rompió al salir, sí que es un milagro!!!
La decisión de hacer contacto con la intensidad-dolor y atravesarlo la vivenciamos y aprendimos en tus clases Frida. Aprendizajes que irradiaon y fueron parte central en lo que vivimos.Y lo que vivimos, en nuestras nuevas vidas. Podemos afirmar que ya no somos los mismos que aquellos Valeria y Diego que hacia fines del 2017 comenzaron a ir a las clases de eutonía. Eso es lo que estamos atravesando ahora: vivenciar estos nuevos que somos.
Es milagroso un nacimiento. Y un parto también lo es, pero a este milagro lo ayudamos buscando y encontrando un sanatorio y un equipo en el que confiamos plenamente, que nos esperó, cuidó, respetó y trabajó con vocación. Practicando e incorporando en el tiempo el método Frida Kaplan, ahora entendemos que está enfocado en el embarazo y el nacimiento eutónico y que por eso mismo, si uno se dispone a dejarse afectar por él, irradia para siempre los modos en cómo decidimos vivir nuestras vidas. Los aprendizajes no terminaron con el parto: seguimos aplicando las enseñanzas en nuestra cotidianeidad de a tres. Hasta le cantamos un pequeño himno compuesto solo por la letra O.
Gracias Frida, Gracias Eva.
Abrazos de afecto para todos!
Esperamos invitación a encuentro de toque eutónico.