Era sábado y teníamos almuerzo de cumpleaños en pilar.
Como Helena nacería en el Htal. Austral (pilar) y estando casi de 40 semanas, decidimos llevar x 1ra vez el bolso y el huevito con nosotros.
Por supuesto regresamos a casa tarde, como siempre luego de un largo día de festejo familiar.
Decidimos postergar la cena por haber estado comiendo hasta hacia poco...
Siendo las 2330h, luego de una semana exacta de llevarme bien con las contracciones tolerables, le digo a guille q se encontraba cocinando, que lo necesitaba conmigo porque no me sentía bien.
Dejó todo y vino a mi lado.
Las contracciones eran intensas, más dolorosas y, por primera vez, apareció en mí una conducta instintiva, q no había aprendido con Frida, ni con Silvana (mi partera)... Sentí necesidad de hacer movimientos vaivén con la cadera, sostenerme con los brazos de la cama, y dejar caer la cabeza... Sentía una agradable sensación narcótica mezclada con un dolor intenso.
Me sentía a gusto en esa sensación de estar un poco acá y otro poco en algún otro nivel... Menos presente? No lo se... Yo lo sentía más instintivo, mas tribal, como si algo q yo no sabía q sabia, aparecía y yo lo actuaba de manera muy natural...
Guille, entre su ser médico y su nuevo rol de padre, estaba ahí, presente! Firme y atento.
Observaba y contenía la escena con solo estar. Quiso controlarme la frecuencia de las contracciones con reloj para ver si teníamos q correr de regreso a pilar... Pero dije "Gui, no hace falta... sin correr, vamos a tener q ir al Austral. Se q ahora se viene! Lo siento..."
Sentí unas ganas tremendas de llorar... Y llore intensamente y un largo rato... No sabía qué era lo que lloraba... Miedos... revolución de emociones y sensaciones contenidas en la panza...
Estábamos a oscuras, y en silencio...yo lloraba y Gui agarro una pelotita de tenis y empezó a hacerme unos masajes en el sacro… habrán sido unos minutos, que fueron de mucha reparación a tanta sensación de desborde que estábamos viviendo...
Mágicamente las contracciones, q iban en ascenso en intensidad, frecuencia y dolor ... Bajaron el umbral. Me sentía cada vez "más adentro"... "más suelta"... Y cada vez "con menos retorno".
Era una sensación revuelta de deseos, ganas, ansiedad, incertidumbre, muchos miedos... sobretodo ... estaba esperando este momento y al mismo le temía profundamente... quería confiar y entregarme. Cuando la cabeza dejaba de querer controlar y podía conectarme con esto instintivo lo lograba…
Era una gran revolución interna, llena de ambivalencias, entre llantos y risas... decidimos partir los 50 km de distancia destino al Hospital.
Llamamos a la partera y nos dijo que nos encontraría directamente en el 6to piso de maternidad junto con el obstetra. Al subir al auto, sentí que las contracciones cedían… y le dije a Guille “tal vez me equivoque… y estaremos haciendo otros 100km en el mismo día por mi equivocación… y Sil y Frego estarán allá… Que papelón”… Volvían los miedos, la culpa? Y me desconectaba del cuerpo… Le pedí que frenemos a cargar nafta antes de entrar en la panamericana y en la estación de servicio nuevamente afloraron las contracciones intensas, rítmicas y muy bajas. Me baje del auto, los playeros se conmovieron y apresuraron la carga diciendo “por las dudas”… fue un momento de nuevamente de risas y de reconexión con lo que estaba siendo…
Llegamos a la 1 am al Htal. Allí estaba mi partera Silvana, preciosa, radiante, feliz… me alivio verla y volví a confiar… me pregunto si perdí el tapón mucoso y le dije que no. Al revisarme me muestra y me dice “esto es el tapón. Aun falta, pero Helena nace hoy 23 de Agosto (2015)… Como están lejos pueden elegir si volver o quedarse a hacer el trabajo aquí.” Elegimos quedarnos, sacamos la lámpara de sal que habíamos llevado, apagamos las luces del cuarto, le echamos esencias para que perfume como nuestro hogar, pusimos la música que veníamos escuchando para las contracciones y nos quedamos Silvana, Guille y yo en la habitación. El trabajo fue largo desde la 1am hasta las 7 am que pasamos a la sala de partos, cuando llegue a dilatación de 5 cm del cuello del útero. Generamos un clima de mucha intimidad, una pequeña cuevita donde yo me sentía segura. Las contracciones eran cada vez más intensas… Silvana me cuido como una madre, y yo me entregue enteramente. Me preparó un baño de inmersión donde las contracciones se sentían mucho mas tolerables, sin embargo al salir, tenía la sensación de un “efecto rebote”… probamos, entonces, con una pelota gigante de esferodinamia, donde continué sentada lo que restaba del trabajo. Hablamos, Guille ceno unos porciones de pizza (que sobraron del medio día), nos reíamos y de pronto les avisaba “ahí viene” y todos empezamos con la OoooOOooOO para atravesar otra contracción… habíamos encontrado el ritmo entre todos. Frego, el obstetra estaba presente, aparecía y desaparecía mientras llenaba la Historia Clínica y cuestiones administrativas de la internación. Solté lo mas que pude, en todos los sentidos, confiando en Sil, Frego y Gui. Silvana me propone anestesia, ya que hasta el tacto me era doloroso y para poder ayudar al trabajo necesitaría romper la bolsa y seguramente también me incomodaría. Sin dudarlo acepté. Me dijo que debíamos esperar hasta dilación de 5 cm para la anestesia y allí fue cuando nos mudamos a la sala de parto, también con la música, la lámpara y la aromaterapia. Estábamos todos cansados, habíamos pasado la noche en vela aguardando “al momento”. Pensaba “que afortunados que somos, al tener a este gran equipo que espera lo que hay que esperar, que nos contienen, nos hacen sentir seguros y confiados, que permiten que hagamos lo necesario para que nos sintamos lo más parecido a estar en casa…” Llamaron al anestesista y a las 7 am me colocaron una pequeña dosis de Peridural, que tendría un efecto de 2 horas de anestesia. Tenía mucho miedo a la aplicación. Empecé a hacer la oOoooOOoo y la partera me abrazo. El anestesista me iba explicando paso a paso “ahora sentirás calor… ahora un frio por la espada… ahora una electricidad”. Volví a entregarme a las manos de quienes me asistían con confianza. La sensación de la anestesia fue de lo más agradable … volvía esa sensación adormecedora y narcótica. Estaba despierta, lúcida, lánguida, con los ojos cerrados. Dejé de sentir las contracciones en ese nivel de dolor. Una sensación de cosquilleo me recorría el cuerpo en general y en particular en las piernas. Era agradable. Sentí más fuerza para entrar en la próxima etapa.
7.30hrs Sil pincha la bolsa, como me había anticipado, y el trabajo de parto se aceleró a más velocidad. Me avisaban cuando tenía que pujar y no lo estaba logrando correctamente, aunque Guille me repetía al oído “Lo estás haciendo muy bien mi amor”. Yo seguía con ojos cerrados y en esa sensación de languidez. En cierto momento empecé a darme cuenta los momentos donde se me imponía la necesidad de pujar. Y así empecé a hacerlo… Seguramente estaba aflojando la anestesia … Parirla a Helena fue una de las experiencias de más dolor, una sensación de inevitabilidad de un fluir que me daba cuenta yo estaba interrumpiendo… fue una sensación de desgarro, de desarme en todos los niveles posibles, de apertura… grité como nunca había gritado, para tomar la fuerza necesaria y poder soltarla por completo entre tanta ambivalencia emocional…
Siendo las 8.45hrs Helena llega por completo al mundo con mi grito desgarrador. Ver a nuestra hija, sentirla y escucharla, fue otro instante de desgarro… difícil de procesar y describir. Ese instante cuando me di cuenta que mi vida estaba cambiando para siempre: me convertí en madre, en plena disponibilidad para sostener y tratar de entregarme por completo a ese pequeño ser que lloraba desgarradoramente y solo se calmaba por instantes en contacto conmigo.
Creo que estaban la neonatologa y más enfermeras, pero sólo tuve ojos para ella. La apoyaron en mi pecho y lloramos los 3: Helena, expresando su salud, y nosotros como padres expresando una emoción que jamás habíamos vivido antes. Llorábamos lo que no podíamos expresar con palabras. Una sensación de expansión del alma, indescriptible. Una sensación de abismo al reconocernos a partir de entonces como padres y como familia. Llorábamos por su indefensión y por nuestra ignorancia por lo que se estaba iniciando. Llorábamos de felicidad, abundancia y expansión porque aún con todo esto confiábamos que lo haríamos de nuestro mejor modo posible. Pesó 3, 400 kg. y midió 50 cm.
Lo que siguió en el Hospital fue una experiencia de plenitud por la asistencia todos los profesionales que nos cuidaron. Tanto nuevo, tanto por aprender, tanta sensación de indefensión nuestra… el agotamiento físico, el cansancio emocional, la adrenalina… ahí estábamos los 3 aprendiendo, reconectándonos, reconociéndonos… Aprendimos a cambiar los pañales, a escuchar su forma particular de llamarnos, su llanto, sus quejidos… nos enseñaron con mucho esfuerzo y práctica el difícil arte de amamantar!
Así iniciamos… y cada día, siento es un inicio de nuevo.
Helena esta cercana a cumplir un mes. Y es como si el tiempo se hubiese detenido… flotando en estos intervalos entre teta y teta, donde todo es un aprendizaje nuevo: los ritmos, los tiempos, los encuentros, los desencuentros, la expansión, la plenitud, el sueño, las angustias, la vulnerabilidad, la irritabilidad… El inicio de nuestra familia, el darnos cuenta que nada es estable y eterno, sino que cada momento es “el” momento. Con ella, también crecemos nosotros, no solo como padres, sino como personas. Más presentes, más disponibles, más vulnerables a lo que esta simplemente siendo… Gracias, Helena por llegar a nuestras vidas y enseñarnos a crecer con vos!!! Gracias Frida y Eva por ayudarnos a animarnos a atravesar el dolor para estar de este otro lado, donde las palabras no alcanzan … Gracias Sil y Frego por traer a nuestra hija sana al mundo y por cuidarnos tanto! Gracias Gui por darme a esta hija preciosa!!!