Querida Frida,
Estamos muy contentos con el nacimiento de Rio, y todavía muy emocionados y absortos! La experiencia del parto y el trabajo de parto fue olvidable, no por la experiencia en si, sinó porque de verdad me estoy olvidando de partes y detalles! La recuerdo con cariño, y con disfrute -se puede decir- pero quedará grabada en mí como una experiencia de superación, de orgullo inmenso por haberla atravesado como lo hicimos, y de éxito, porque resultó perfecta. Tuvimos suerte, pero además de esa suerte, también nos habíamos preparado y nos habíamos rodeado de la mayor cantidad de herramientas para afrontarla. Eso fue fundamental para que yo te pueda escribir estas líneas con una sonrisa.
Fue una experiencia muy intensa, MUY, y varias herramientas que obtuve en la preparación del parto contigo fueron fundamentales para lograr atravesarla.
En concreto me acuerdo de las siguientes:
Imaginarme el espacio interior.Me imaginaba mis isquiones a los costados, y la pared de la columna vertebral hacia el sacro como un túnel al cual dirigir la fuerza o el impulso del dolor. Los ejercicios que hicimos en la preparación me ayudaron mucho para poder armarme un croquis mental anatómico.
En los tactos para saber la dilatación que tenía, le pedí al ginecólogo que me indicara cuando tocara la parte que tenía que dilatar. De modo de saber a qué altura del tronco tenía que dirigir mi atención, y soltar.
En el trabajo de parto, una entra como en trance y la pronunciación de la O cerrando los ojos me ayudó a concentrarme en surfar los dolores. En realidad no me ayudó, fue la única forma en que pude atravesarlos. Mi trabajo de parto duró más de 30 horas, de las cuales 24 horas fueron de contracciones muy fuertes. Me la pasé diciendo oooo todo el trabajo de parto, con cada contracción. Alterné algunos ruidos raros con la garganta, también gárgaras con agua en alguna ocasión. En un momento vomité y necesité tener un balde cerca, me daba seguridad tener algo a mano para vomitar en caso de que quisiese hacerlo de nuevo. Y ahí fue que descubrí pronunciar la ooooo en voz alta con la cabeza adentro del balde. La oooooo retumba y vibra en el balde con tu cabeza adentro, y ese sonido me ayudó mucho a concentrarme en mí y aislarme del mundo exterior durante los dolores más intensos. Pronunciaba la O como un mantra de vibración y respiración que guiaba la ola de las contracciones.En el sanatorio no pude tener el balde, así que Juan pronunciaba la ooooo conmigo para ayudar en la concentración y me guiaba cuándo tomar aire para mantener el cuerpo oxigenado hasta el final de la contracción.
Le pedí a Juan que cuando yo no aguantase el dolor y pidiese la epidural me recordara que con ese dinero podíamos irnos de vacaciones a un súper hotel qué hay en Chile, el Huilo Huilo. Recomiendo esta zanahoria, aunque yo estaba tan mentalizada en visualizar el dolor como un medio indispensable para la dilatación que no consideré otra forma diferente de enfrentarlo y no tuve en cuenta la analgesia. Así como dicen que “si no hay foto: no existió” pues entonces “Si no hay dolor no hay dilatación”.
También pensaba que la anestesia era algo así como pan para hoy, hambre para mañana. Racionalicé bastante los dolores post parto, y los inconvenientes que trae dormir al cuerpo en un momento tan exigente, me ayudó a ver los recursos de la ooooooo y el movimiento libre como herramientas más eficientes a lo largo del tiempo.
Rompí bolsa el sábado a las 11 am, transitamos la primer parte del trabajo de parto en casa con la partera y Juan. A las 5 am del domingo nos fuimos al sanatorio, con 5-6 de dilatación, y en el sanatorio siguieron las contracciones hasta el medio día. En todo ese tiempo había dilatado a 7, lo cual, una porquería porque las contracciones eran súper fuertes y muy seguidas. El ginecólogo me recomendó tomar un desinflamatorio para poder ayudar a la dilatación junto con las contracciones. Lo tomé, y las contracciones se volvieron menos intensas y más espaciadas. Lo que me dió para descansar un poco y reponer energías. Ya íbamos más de 24 hs desde que había roto bolsa!
Al rato, viendo que las contracciones fuertes no volvían, y sin contracciones fuertes no había dilatación: el ginecólogo nos sugirió aplicar oxitocina, y con ella volvieron, fuertísimas las contracciones hijas de yuta, dilatación completa.
El momento de los pujos: muy diferente al ritmo que venía teniendo, te convertís en un demonio y dirigir y soltar se vuelven las funciones básicas del universo, funciones que no controlás para nada, y que lo único que hacés es acompañar. El cuerpo lo hace solo, el desafío era no interponerse.
En mi caso los pujos fueron en el water, gran aliado para “soltar” sin pudor. Y también para descansar entre contracción y contracción. Porque estás sentada, en cada pujo el cuerpo se tensa y retuerce al 100% (se me levantaban las piernas y los brazos como una rana estirada) y enseguida tu cuerpo puede aflojarse, recostarse y tomar energía para el próximo pujo. Teníamos la luz apagada, y había una vela prendida, éramos Juan, la partera y el ginecólogo. La penumbra y la intimidad ayudan a la concentración en un momento tan exigente. Era mucho mejor la calidez de la luz de vela, que los tuboluz del techo que parecen que estuvieras en un frigorífico pariendo un ternero.
Cuando la cabeza ya estaba por salir, me llevaron a la “sala de nacer”, que era un cuarto que estaba al lado, una ridiculez pretender que en medio de un momento tan intenso, me siente en una silla de ruedas diminuta, con una cabeza entre las piernas. En fin, me trasladaron a “la sala de nacer” que era un cuartito diminuto, con luz de frigorífico y varias enfermeras desconocidas. Terminé pariendo en la silla de ruedas, porque cuando llegamos a la sala de nacer (que quedaba a 5 metros de distancia del baño en el que estaba, distancia que NO me dejaron caminar) pretendían que me baje de la silla de ruedas y me suba a una camilla alta, de nuevo: con la cabeza del bebé entre las piernas y con las contracciones más enérgicas del universo. Me planté, porque al final, la que tenía que parirlo era yo y nadie más, y listo, nació en una posición inventada, rarísima, semi sentada en la silla de ruedas diminuta, bastante incómoda, ni acostada, ni vertical, pero expeditiva y eficiente. Un logro!Rio nació y parecía un calamar, con su cabeza de alien y sus brazos, piernas y cuerpito todo resbaloso. Divino. Con él ya nacido, ahí si me subí a la bendita camilla a la que todo el mundo quería subirme.Me dieron un shot de oxitocina, que me dolió un montón cuando el líquido ingresó en la vena de la muñeca y terminé alumbrando la placenta en la camilla con el gurisito en brazos.
El resultado, a mi entender, fue muy exitoso: 3 puntos en un pequeño desgarro, parto vaginal sin anestesia. Bebé sano y rozagante. Si bien fueron muchísimas horas, se toleró bien el dolor (24 hs de dolor intenso) bah, esto lo digo ahora, que ya me olvidé de pila de cosas... Fue fundamental tener un médico que me haya esperado tantas horas y me haya dado espacio a dilatar lentamente. Él me dijo que mientras el bebé estuviese bien, me esperaba. Y así fue, monitoreó los latidos del bebé constantemente y seguíamos en carrera!
Creo que de haber hecho todo el trabajo de parto en un solo lugar (mi casa?) la dilatación hubiese sido más rápida y continua. El traslado de mi casa al sanatorio me dió mucho miedo e incertidumbre, la entrada al sanatorio y todos sus protocolos, el isopado, la silla de ruedas con contracciones, creo que todo el combo me cortó bastante la concentración.
Como conclusión, puedo decir que lo mas crucial para mi fue poder concentrarme y aislarme de las distracciones. Concentrarse en una, empoderarse y dejar los pudores de lado, concentrarse en el espacio interior, confiar en que el cuerpo encontrará la forma de parir y en que pronto estará naciendo el bebé. (Parece una boludez pero era importante cuando la partera me decía “está naciendo tu bebé”, porque por momentos te olvidás que estás ahí sufriendo con un fin noble. Sufrir por sufrir deja de garpar en cierto momento, y recordar que es para que nazca tu bebé, cobra sentido de nuevo).
“Confianza, herramientas y meta.”
Con el diario del lunes, suena todo tan fácil y viable...ja-ja.
Estuve escribiendo esto durante todo el mes, en las siestas que se pegó Rio de tanto en tanto. Le seguiría agregando cosas, pero ya es hora de que te lo mande. Te mando también un abrazo gigante, y quedo muy agradecida a ti y a Marifé. Esta preparación de parto contigo me acompañó durante las semanas previas, tus comentarios siempre atentos y sensibles! Las clases me dieron confianza para afrontar el parto y me dieron herramientas para atravesarlo con fortaleza. Chin chin de brindis! Grito de “Whisky” y foto de feliz comienzo para esta familia inaugural.