Simón.
La previa.
Los últimos días del embarazo de Simón fueron ya sin trabajar y de mucho paseo junto
a Valentino. Aprovechando que por pandemia no había mucha escuela para Vale y que
el papá estaba terminando un nuevo disco, nos quedábamos con el auto de la casa y
visitamos parques, museos y comíamos helados. El miércoles 9 de setiembre, cuando
fui a buscar a Vale a la escuela le dije: hoy nos quedamos en casa. Nos vamos a sacar
los championes, mirar tele y esperar que llegué papá que hoy viene temprano. Nunca se
me cruzó por la mente para lo que realmente me estaba preparando.
Preparto feliz.
Martín llegó a la casa y enseguida subió al cuarto de arriba por una última clase de
zoom, y ahí mirando dibus con Vale y el papá cerca, sentí algunas contracciones
dolorosas y junto a ellas una inmensa alegría. Volvían a cada ratito, me acuerdo la
alegría de cada contracción… además del apretón que se pasaba muy bien con la
emisión de la ooo sentía como un efecto químico, algo en la cabeza y tal vez en el
corazón nunca antes experimentado y bastante agradable por cierto. Algo que me llamó
la atención, es que no duraban cinco ooo las contracciones sino que duraban tres ooo y
desaparecían. Era loco pero era miércoles, y era el día que durante el año coordinaba
clases para parejas gestantes, así que el grupo de los miércoles se me hizo muy presente
en ese momento y de alguna forma me acompañaron.
Frida y su método.
Yo entre otras formaciones corporales soy docente del Método Frida Kaplán. Embarazo
y Nacimiento Eutónico, y por las casualidades divinas de la vida, Frida mi maestra me
acompaño en mis dos embarazos. En el primero yo estaba en plena formación docente
así que viajaba una vez al mes a Buenos Aires y en este segundo por pandemia Frida
estaba coordinando clases por zoom, así que más allá de practicar mucho su método en
el embarazo, tanto por enseñarlo como en mi práctica personal, también tuve su guía y
contacto en esta nueva gestación. Así que así de afortunada soy yo y mis dos hijos. En
esta ocasión había coordinado con ella cuatro clases por zoom, que practicábamos yo y
Martín, y no recuerdo si fue el ocho en la tarde o el mismo nueve en la mañana que
pensé sino hago la clase con Frida que me queda es probable que nunca la tomé y le
escribí para asistir. Así que el nueve mismo a eso de las 18 hs nos conectamos en una
clase con la maestra. La clase no me la acuerdo pero divina como siempre, y en tanto y
en tanto contracciones con dolor. Una fue muy fuerte y sentí la bombacha húmeda, así
que me levanté fui al baño y constate que estaba comenzando a perder tapón mucoso.
Las salida anticipada.
Así que contracciones dolorosas frecuentes y perdida de tapón… yo pensé hoy nace
Simón qué emoción! Y me quedé en la alfombra de mi living, con la pelota grande,
cambiando de posición según mi antojo y emitiendo muchas ooo. A las 22 hs le
propuse a mi compañero controlar la frecuencia, ya íbamos tres contracciones en diez
minutos, perfecto pensaba yo. A medianoche intenté dormir, ya era imposible, llamé a
mi madre y le dije en que estaba, contándole que si todo seguía así le pediría que viniera
a dormir a casa por cuidado de Vale. Y todo siguió así, a las 2 am nos fuimos a
internarnos con mucha ooo en el camino, y una linda ilusión ansiosa.
Sin luz.
En el sanatorio tuve que entrar sola, por protocolo de pandemia, la gine me dijo estas
casi de tres. Si fuera de día te mandaría a tu casa, pero es de madrugada quédate acá
mejor. Me pareció bien. Isopado de por medio y a la habitación. Estuvimos toda la
noche solos, las contracciones bajaron en frecuencia, algo de la internación me saco de
estado. Martín durmió bastante, yo intenté de a ratitos pero no pude mucho. Esa noche
en ese ambiente hospitalario ya no era todo tan feliz, algo de preocupación y miedos
llegaron al proceso.
La coreografía.
Pasado el amanecer llegó equipo partera y obstetra, me tactaron y me dijeron estas de
cinco. Con la noticia, la luz del día, Martín despierto, cambiaron los ánimos y empezó
una gran coreografía. Mucho movimiento en pelota grande, caminatas por los pasillos,
me colgaba de las barandas, balanceos, cuclillas, muchas oooo a dúo con Martín,
duchas, ducha y bozu juntos, un poco de cama para descansar, masajes, llantos que
aliviaban, sonido del mar de spotfy y algún reuerdo de flotar y dejarse llevar por el mar
eran parte. Había dolor y había placer en esa coreografía, había equipo con Martín y con
Simón, por momentos pensé sorprendida esto más que trabajo de parto parece un spa y
por otros pidiéndole a Martín le metiera fuerza a las ooo porque el dolor estaba salado.
Así transcurrió todo el día.
Mojado y relativo.
Los líquidos me perturbaban bastante, había mucha sangre aunque los tactos eran
seguidos, estaba de bombacha y adherentes para no manchar todo todo el tiempo, igual
así manchaba y había cambio de bombacha, sábana, etc. En la tarde cuando ya el equipo
médico venía anunciando que la cosa iba muy lenta, recuerdo decirle en una ducha a
Simón: “lo estamos haciendo bien pero para ellos muy lento, vamos a meterle”. Salí de
la ducha y me puse en la posición que me dolían más las contracciones, que era
acostada de perfil, a ver sí por esas casualidades se trataban de las más fuertes y eran
las más efectivas, eso nunca lo supe pero lo que sí pasó fue que rompí bolsa. Mucho
nuevo líquido saliendo y no del todo transparente. Así que a la sangre que cada tanto
chorreaba se le agregó el líquido amniótico.
El brillo del método y las intervenciones negociadas.
El equipo médico que eran la partera y obstetra de guardia cada tanto venían a
monitorearme y a tactarme, creo que más o menos cada dos horas, siempre avanzaba un
poco la dilatación, uno al menos avanzaba, el bebé estaba de lujo decían y yo lo sabía,
ambos estábamos muy bien. Se sorprendían de lo bien que atravesaba las contracciones
y de lo flexible que estaba el cuello del útero, así que les conté de Frida y su libro, todo
maravilloso pero lento, para mí no era un problema, sabía por relatos de alumnas que
había partos muy largos pero para el equipo sí lo era. La propuesta de introducir
oxitocina llégo y yo traté de patearla para adelante con el argumento de que siempre que
me revisaban había avanzado algo, quería respetar el proceso fisiológico con las
mínimas intervenciones todo lo que se pudiera. Y un poco logré postergar las
intervenciones hasta que nos estancamos en ocho de dilatación como cuatro horas.
Increíble pero cierto, en ocho ahí trancada estaba la dilatación, yo me preguntaba que
me falta soltar para que esto continué, pero sin respuesta.
Stop.
20:30 hs del diez de setiembre la dilatación no avanzaba, decidí ya sin ganas hacer un
nuevo circuito de pelota, caminata, mucha ooo, danzas a ver si pasaba algo y nada. La
doctora me dijo a las nueve te pongo oxitocina. Acepté. En el medio me comuniqué con
mi familia, mis amigas, les grabé audios contándoles que estaba muy bien y que
esperaba la llegada de la oxitocina. Que el dolor lo podía atravesar bien y que iba a ver
que pasaba con lo que venía. La oxitocina no provocó grandes cambios, seguía en ocho,
al rato me subieron la dosis, y al rato me la volvienron a subir y allí el dolor empezó a
ser bastante más descontrolado, empecé a perder el timón. En un tacto la doctora sin
decirme me hizo una dilatación manual, y así llegamos a dilatación completa. Esa
intervención fue horriblemente dolorosa e invasvia, me sentí violada, perdí confianza
completa en el equipo, emocionalmente me viajé. Enseguida me hicieron empezar a
pujar, yo cero sensación de pujo, me rodeaban la partera, obstetra y residente,
gritándome, animándome, con indicaciones nada acertadas por cierto. Yo sentía a
Simón lejos de nacer todavía y toda aquella situación era horrible. Supe el parto bajo se
me estaba yendo de las manos. Pedí lo que nunca imaginé pedir, la epidural, pensé que
sin dolor perdería señales y sensación de mi cuerpo pero tal vez a pura técnica lograba
el nacimiento bajo. Me la negaron, me dijeron que entre que la coordinaban y todo, se
iba muhco tiempo más y que yo ya estaba muy cansada.
El poder elegir.
Las circunstancias estaban difíciles, yo sabía mi cuerpo podía parir, pero las emociones
se me estaban descrontrolando, no me sentí acompañada para dar el paso, el estress
subía entonces decidí pruebo un ratito más con esto de los pujos sin sensación y sino
voy a cesárea. Y así fue, puje un poco más con mueca de sonrisa pero sin realmente
encontrar la fuerza. Sentí que al bebé le faltaba gran rato para nacer, que estaba muy
arriba aún y decidí cesárea. No fue fácil la decisión, pero la sentí plena en mi cuerpo,
mente y alma. Sentí dejar mi ego de lado de querer parir para que el nacimiento pueda
ser más amoroso. Martín me recordó y se lo agradecí, Lu vos no querías cesárea. Y le
conteste claro que no, pero así, en estas circunstancias no quiero el nacimiento.
Ojos.
La cesárea fue muy dulce. En su espera cuando ya estaba todo para, aparecieron los
pujos con contundencia, una electricidad en sacro coxis impresionante que me cortaba
la respiración, estaba sola y no supe mucho que hacer en ese momento, seguía sintiendo
muy alto a Simón. En tanto me pusieron la analgesia empecé a descansar y con ganas de
entregarme, me llamé al presente para también acompañar Simón en este momento. Le
fui charlando y contando lo que estaba por pasar, entre temblequeo y temblequeo de
pura descarga. Y muy rápidamente cortaron la torre de telas celestes que tenía adelante
y por mi pansa me acercaron al valiente Simón. Que nació activo, moviendo la cabeza y
con sus enormes ojos abiertos y mirándome. Lo pusieron en mi pecho y le dijé ambos
trabajamos mucho para esto, ahora ya estas acá. De reojo vi a su papá con ojos llorosos
observándolo todo, la enfermera gritaba foto, foto. Martín no se inmutaba ante el pedido
pero finalmente si saco una bellísima foto del momento. Lo primero que le comenté al
papá tiene ojos grandes como ustedes.
Superpoderes y el aprendizaje.
La recuperación fue increíblemente buena, muy poco dolor pos operatorio y en dos días
ya estabamos en casa compartiendo a Simón con el resto de la familia. Y en unos días
más ya volvieron los paseos con Valentino y Simón primero en fular y luego alternando
con cochecito. Los primero días luego del nacimiento de Simón estuve feliz con su
llegada, con la buena salud de ambos, enamorada del trabajo de parto, de la experiencia
para la pareja, y maravillada con las cualidades y el poder del cuerpo, pero
sinceramente a los poco días me puse muy triste y pensé pucha qué cerca estuve del
parto bajo y me lo perdí. Así que tuve que duelar ese deseo, me enojé conmigo misma,
con Martín, con los médicos, pero después de varias catarsis y llantos llego la
aceptación. Simón nació de la mejor forma posible en las circunstancias que nos
tocaron, más allá de mandatos y expectativas, nació de forma calma, amorosa y en
contacto. Nació en la madrugada del once de setiembre como regalo de mi cumpleaños,
sí asi de mágico y además en el tan inolvidable año 2020. Creo es un niño portal. Me
encanta ser mamá de dos y con este segundo hijo cierta completitud inexplicable se
siente, algo como ahora sí: somos y estamos; e inmensa gratitud por ello.
Lucia y Martin