"Cada vez iré sintiendo menos y recordando más"
Julio Cortázar
Hace dos años tuvimos a Julia, que después de llegar a la semana 41 y tener en una inducción que no resultó, nació por cesárea en cemic Saavedra con el médico obstetra de guardia. Nunca quise ni pude escribir ese relato. No podía hacerlo sin llorar. Tardé mucho en sanar la vivencia de una intervención quirúrgica que fue muy impactante y violenta para mí. Salir del shock y atravesar el dolor que me producía.
El desafío para este nuevo embarazo era encontrar un profesional que nos acompañe en un parto vaginal después de una cesárea y por recomendación llegamos con Emiliano Pucherman. En la primer consulta nos enamoramos empática y energéticamente, él nos explicó claramente las implicancias de esa elección y las condiciones que debíamos aceptar para que, con suerte, ese evento pudiera suceder. El embarazo transcurrió sin dificultades como el de Julia pero, como bien nos pronosticó Emi, llegamos a la semana 40 (día martes) sin ningún síntoma de que el embarazo estaba llegando a su fin. Nuestra ansiedad ya estaba alta, y mi angustia de que la medicina no acompañe un embarazo más allá de la semana 42 me hacía ir y venir con los sentimientos y el cansancio mental que todo eso me producía. Lo único que me repetía era una frase de Emiliano en la primer consulta "un parto humanizado significa tenerlo como es la humanidad hoy día" y las circunstancias del lugar (este país) y tiempo histórico que me tocaron (si bien en internet ya se habla de 42 semanas como algo normal, aún está en debate cuánto dura un embarazo a término, y no está institucionalizado ese margen) sumadas a las que yo elegí que eran tener y confiar en el criterio y conocimientos de este médico y una internación en el sistema de salud con sus beneficios y también reglas de juego. Llegada la semana 39
Emiliano me propuso que en la 40 podía hacer un tacto e intentar desprender las membranas, única medida que podía tomar para ayudar a desencadenar el parto. A lo cual yo acepté ilusionada de que esto funcionara. Así fue, semana 40 tenía algo borrado el cuello del útero y logró desprender un poco las membranas. Al día siguiente durante todo el día tuve las primeras contracciones dolorosas pero sin ritmo y ya a la noche se detuvieron. Así llegó el finde y el sábado a la noche retomaron contracciones dolorosas con frecuencia pero a las 4 AM se espaciaron y se pusieron regulares cada 30 min. El domingo era mi cumpleaños y al mediodía Emiliano nos citó en la clínica, ya que estaba viendo a sus pacientes y volvió a revisarme. Ya con 3 de dilatación me dijo que esa noche o al otro día tendría mi parto seguramente. Al salir de allí las contracciones se pusieron rítmicas cada 5 min y dolorosas. Fuimos a casa, almorzamos (casi no pude comer) y, mientras Gonza jugaba con Julia, pasé media hora en la cama acompañada de las O y luego me metí a la bañera donde pasé el tiempo para cumplir las dos horas que Anahí, la partera había indicado en el curso preparto debían pasar para hacerle el famoso llamado. Cuando ya estaba para eso ni la bañera ni las O hacían de ayuda para el nivel de dolor que sentía en cada contracción. Jamás me imaginé que fuera tan extremo el dolor. Hablamos con Anahí y nos pidió vernos directamente a las 18 en el Finochietto. Eran las 16:30 y mis padres habían venido a buscar a Julia. El dolor era tan fuerte que no sabía cómo haría para llegar al auto y soportar estar sentada mientras tenía las contracciones. El resto del tiempo me sentía bien, muy bipolar el contraste, pero esa posición era insoportable mientras tanto. "Estamos a 11 min en auto", me dijo Gonza "son sólo tres contracciones" eso me dió coraje y un objetivo. Por supuesto fueron más. Apenas pudimos arrancar le pedí que se concentrará en manejar y no en preocuparse por mi dolor. "¿Por que dicen que no es como en las películas, si es como en las películas?" le dije. Y también me avergonzaba de mí misma por ir haciendo "escándalo" en la vía pública. "Es el peor papelón de mi vida", dije al bajar del auto. Ahí comprendí que el pudor a atravesar del que hablábamos en las clases no pasaba por lo corporal, sino por lo mental. Más tarde Emiliano me diría "el dolor es desequilibrante" y es que psíquicamente fue la experiencia más desequilibrante que viví y que me llevó a una expresividad de descontrol que jamás me había permitido. Cuando llegamos a la guardia nos recibió Anahí, me hizo tacto y estaba de 7, me explico que iríamos directamente a la sala de parto y que ya estaba llegando el anestesiólogo. Me puse a llorar por el alivio que pronto sentiría, en mi fantasía me harían esperar varias horas más, por suerte no fue así. Con la analgesia llegó cierta calma, y entonces también llegó Emiliano. Luz tenue, música suave. Me ofrecieron más analgesia y si hubiera sabido que el dolor de las contracciones que se habían vuelto tolerables se intensificaria mientras Tao recorría el canal de parto hubiera pedido más. Pero creí que se mantendría a ese nivel que podía atravesar nuevamente con cierta calma. Tao miraba mi columna asique Emiliano me guio para tratar de girarlo. Luego comenzaron los pujos. Tardamos bastante para sacar la cabeza. Me ayudaron mucho para comprender lo prolongado que debía ser cada pujo, las indicaciones y tener elementos para sostenerme en la camilla. Anahí y Gonza me ayudaban con las piernas mientras que Emiliano estuvo todo el tiempo masajeandome para evitar desgarros o una episiotomía. Una fantasía que ya ni siquiera me había atrevido a tener. Un obstetra que tiene el conocimiento y la voluntad de hacer un trabajo de acompañamiento y servicio que es un lujo y al cual voy a estar agradecida el resto de mi vida. Por la experiencia, el cuidado, la calidad y calidez profesional. Cuando salió la cabeza dejé de pujar, Emiliano lo sacó medio cuerpo y me dijo agárralo es tuyo, lo tomé de las axilas y lo puse en mi panza. Cuando el cordón dejó de latir lo cortaron y lo subimos a mi pecho, ahí lloro un poquito. Lo dejaron un montón de tiempo. Me hizo pis encima. Después se lo llevaron con Gon a Neo y el obstetra me hacía masajes en la panza... Y él sacó la placenta! yo no hice nada más. Tenía un punto que no paraba la hemorragia pero lo aguanto hasta que paró para no hacerme ningún punto y que se recupere más rápido. Después me llevaron afuera de Neo y cuando ellos salieron lo prendi a la teta y nos fuimos a la habitación todos juntos. Tarde un tiempo en procesar la vivencias y darle lugar a la emoción. El en la habitación lloramos juntos. Tao nació 20:12 el 29/09 domingo en la Finochietto. Y yo nací en la misma clínica hace 40 años, y también era 29/09 y domingo!!!! Un cumpleaños muy único para que pase desapercibido el cambio de década!!!
Las endorfinas y recuperación de un parto respecto a una cesárea son incomparables. Creo que ambas vivencias fueron un shock, inimaginables e indescriptibles en muchos detalles. Conmocionantes, conmovedoras. Vivencias que se vuelven una inflexión en el rumbo de la vida y por eso asustan tanto además de entusiasmar y emocionar. Aquí estamos, transitando y descubriendo cómo ser cuatro, cómo ser padres de otro ser y sus particularidades. Julia cómo ser hermana mayor. Acumulando horas de mal dormir, pañales cambiados al unísono y felicidades que nos colman y sobrepasan el alma.
Recordar: volver a pasar por el corazón.
Gracias Frida y Eva por ser parte de nuestra vida desde el embarazo de Julia. Por todo lo que nos enseñaron desde el amor de un contacto sentido, sincero y cálido.
Luciana, Gonzalo, Julia y Tao.