Hace dos semanas que estamos con Nerea de este lado de la piel Nació el martes 15 de abril a la madrugada.
Disfruté mucho de los nueve meses de embarazo, observando y sintiendo la transformación del cuerpo día a día… La práctica diaria de Yoga fue fundamental para conectar con mi cuerpo desde el disfrute y el placer; como también lo fueron las clases de Eutonía con Frida, con quien cerrábamos la semana los viernes al fin de la tarde, y a través de la autoobservación y el registro sensible conectabamos con Nere junto a Fran y Gaua -nuestra perra, quien también estaba presente-.
Las últimas semanas mi cuerpo empezó a dar pequeñas señales, daba la sensación de que comenzaba a prepararse. Así es que entro de licencia en la semana 38 para empezar a anidar en casa y esperar su llegada. Pero un viernes, en el control semanal y a dos días de entrar en la semana 39, el diagnóstico de colestasis nos hizo cambiar de rumbo… Y aparece la idea de comenzar con una inducción el domingo.
El sábado de luna llena mi cuerpo se anticipó y empecé a sentir las olas uterinas, pero estas con el transcurrir de la noche no acrecentaron…
Al otro día empezamos la inducción, la cual inició en casa y finalizó en el sanatorio, siempre con el acompañamiento cuidado y amoroso del equipo del Buen Nacer y Gonzalo Prieto, nuestro obstetra.
Tres días. Tres procedimientos: Homeopatía. Misoprostol. Oxitocina.
Y un último monitoreo que puso el punto final… Ahí dije "listo, ya está". Y Gonzalo asintió diciendo "vamos a conocer a Nerea".
A los minutos estábamos entrando al quirófano, ya era martes a la madrugada. El escenario de un momento a otro cambió completamente, estaba nerviosa, pero un cruce de mirada con Gonzalo me volvió a dar cierta tranquilidad.
De este lado del biombo, pudimos crear una escena paralela. El contacto tierno de Fran, el aroma a lavanda y la música del flaco Spinetta hicieron más cálido ese lugar, mientras esperábamos la llegada de nuestra hija... Me ayudó a transitar ese momento, la emisión de la “oooo”, enseñanza de la querida maestra Frida Kaplan.
A los quince minutos Nerea ya estaba en nuestros brazos… Fran no paraba de llorar, y a mí me habitaban una multiplicidad de emociones que al día de hoy no logro plasmar en palabras...
Gracias Frida por compartir tus conocimientos con tanta generosidad y amorosidad,
por tu sensibilidad,
y por estar siempre atenta a como nos sentíamos..
Disfrutamos mucho en cada una de tus clases. Lo aprendido nos ayudó a transitar el trabajo de parto y el momento de la llegada de Nerea.
Nos llevamos mucho aprendizaje y los mejores recuerdos de esos viernes por las tardes