Nació Vi!!!!! septiembre 2021!!!!

Relato del Nacimiento de Vi
Este relato fue reconstruido entre los dos, Benja y yo, pues algunas partes son nubosas en mi
memoria.
2020 fue un año particular para todes. En nuestro caso, fue un año en el que aprendimos a
navegar incertidumbres y nos animamos a tomar decisiones postergadas.
Así, terminamos 2020 con una gran noticia: esperábamos al hermano o hermana de Ve.
Lo primero que hicimos fue sacar una consulta online con mi ginecólogo para empezar los
controles. Con los controles empezaron las preguntas sobre cómo fue el parto de Ve. A medida
que íbamos recordando, poniendo en palabras lo vivido empezamos a caer en la cuenta que
haber logrado un parto vaginal con Ve fue puro convencimiento de los 3 (Benja, Ve y yo) y que
no había significado tener un parto humanizado ni acompañado por un equipo de profesionales.
De a poco nos fuimos dando cuenta que habíamos sido muy buenos alumnos del sistema y
que podríamos haber tenido un mejor parto. Podríamos no haber tenido episiotomia, podríamos
haber sido informados sobre el “suerito”, podríamos habernos movido más para atravesar las
contracciones, y muchas cosas más.
Con esa consigna, la de mejorar la experiencia, decidimos empezar por volver a las clases de
eutonia con Frida que tanto nos habían ayudado con Ve durante el embarazo, el parto y que
seguía siendo parte de nuestras vidas.
La continuidad de la pandemia nos generaba algunas dudas:
¿Cómo sería ahora eutonia sin la presencialidad? ¿Cómo sería hacer la O por zoom? Ni hablar
de cuando supimos que Frida estaba atravesando sus propios desafíos y no nos iba a poder
acompañar en las clases, ¿cómo iba a ser eso?
Todas las dudas desaparecieron en el primer encuentro, en el primer pujódromo por zoom, que
nos emocionó hasta las lágrimas y que nos ayudó a continuar en la búsqueda de la mejora
para este nuevo embarazo.
Teníamos la O, nos quedaba buscar un equipo que nos acompañara en el embarazo y en el
parto. Googleamos, preguntamos, consultamos, pero parecía que un parto humanizado estaba
directamente relacionado con un parto en casa y no estábamos convencidos de tener las
condiciones para un parto en casa. Hasta que un día, leímos un relato de los compartidos por
Frida y leímos dos nombres: Mariana Rabinovich y Vero Plá.
Benja fue quien llamó e hizo los primeros contactos. En la primera comunicación con Mariana
sentimos que teníamos ya una experiencia diferente, por su trato, por la forma de responder
ante nuestras consultas. Las preguntas no eran solo de encuesta/ de ficha médica, sino que
había consultas que buscaban entender cómo nos sentíamos. De todas formas sacamos turnos
con otros equipos y profesionales, por las dudas. Pero las cancelamos, después de la primera
consulta presencial con Mariana. Consulta en la que cada duda nuestra fue respondida al
detalle, se nos empoderó a decidir y a superar los miedos, se nos incentivó a traer más
preguntas y hasta aprendimos sobre otras formas de nacer.
Teníamos un equipo para el nacimiento de Vi y ¡eso que faltaba conocer a Vero!
Benja contactó a Vero también y creo que percibió nuestra ansiedad por conocer cómo sería
tener una partera en el equipo. Por eso nos dio la oportunidad de reunirnos bastante antes de
lo usual. Hablamos sobre cómo había sido el nacimiento de Ve, el no acompañamiento que
habíamos tenido, ejemplificado por ni siquiera conocer a la partera. Hablamos de lo que
queríamos para el nacimiento de Vi, del acompañamiento en casa y de algunos miedos.
Terminamos la reunión contentos, sintiendo que teníamos todo a nuestro favor y que ya ¡la
experiencia era mejor!
En una consulta Mariana nos comentó sobre partos en el agua. Nos pusimos a leer, ver videos
y nos encantó la idea. Pero también sabíamos que era un recurso escaso (una pileta) por lo
que lo planteamos como plan A. Sabiendo que podíamos ir por otro plan igualmente
humanizado, fisiológico y respetado.
Así las cosas, pasamos los meses entre eutonia, videos de parto positivo, partos en el agua,
nacimientos respetuosos, planes de parto presentados en las dos opciones, talleres de
preparación con Vero, descubrimiento de hidroterapia, aromaterapia. Todo para lograr un
trabajo de parto en casa, atravesar las olas uterinas, y lograr un parto con la menor
intervención posible en una institución.
La semana del nacimiento de Vi arrancó rara, estuve un poco cansada, con sueño, algunas
contracciones, incomodidades para encontrar posición para dormir, fiaca, hasta un poco
inapetente. Pero igual fuimos acomodando la casa, preparando todo por si llegaba Vi. Hicimos
un control el martes y yo había bajado un poco de peso. Ya estábamos entrando en la semana
39. Como todo venía muy bien y tranquilo, acordamos con Mariana no hacer ningún tacto hasta
la semana siguiente.
El miércoles fuimos a la feria del barrio a stockearnos de frutos secos, fruta, y ya dejar comidas
preparadas por si llegaba Vi. Pero todo parecía estar muuuuy tranca, incluso después de
ensayar el pujo en eutonia.
El jueves, nos despertamos, Ve tenía escuela y nosotros una reunión de padres al mediodía.
Después de despedirme de Ve, como todos los días, fui a poner mis dos clases de yoga para
arrancar el día. Pero en la mitad de la primera clase empecé a sentir que tenía contracciones y
una necesidad importante de abrir caderas. Cuando volvió Benja de dejar a Ve, le dije: estoy
con algunas contracciones pero “tranquis” asique me voy a tirar en la pelota a estirar caderas o
tal vez cuelgo de la tela un poco así abro más. Y así lo hice, con algunas gotas de salvia en un
hornito para impregnar el ambiente.
No tenía hambre, algo raro en mi, pero comí media banana que había dejado Ve y seguí
pasando de
la pelota a la tela, sintiendo algunas contracciones pero nada intenso. Para nosotros esto
recieeeen arrancaba.
Benja se fue a buscar a Ve al jardín y ¡a la reunión de padres!
Cuando volvieron, serví la comida, pero yo otra vez no logré comer más que un bocado. Cada
tanto alguna contracción se sentía más intensa y las empezamos a atravesar con la Oooo junto
a Ve y a Benja. De momento, seguía pareciendo todo muy tranqui. Después de almorzar, me
metí en la bañera con algunas gotas de lavanda. Ve se metió conmigo también y otra vez
atravesamos algunas olas uterinas con la Ooo. Le hablamos a Vi en la panza, empezamos a
despedirnos de la panza, cantamos canciones de la playlist que armamos para el trabajo de
parto, y cuando se nos terminó el agua caliente del termotanque, salimos. Como Ve tenía
actividad por la tarde, decidí llevarla a dormir siesta, y yo también iba a dormir, de paso. Benja
se quedó terminando de acomodar algunas cosas en casa.
Como a las 15hs bajé, Ve se había dormido apenas apoyó la cabeza en la almohada, yo no
pude dormir nada. Las olas uterinas eran cada vez más intensas.
Empezamos a controlarlas con una app. Acordamos con Benja avisarle a Vero y Laura (del
equipo de Vero) para que vayan estando al tanto, pero como la frecuencia era muy variada
entre contracción y contracción, nos pareció que teníamos para largo. De todas formas Laura
ya tenía la dirección de casa para ver cómo tenía que hacer para llegar.
Vuelvo a la bañera, con más música, más olas uterinas, más intensidad, pero atravesables con
la
Oooo.
Hasta que en un momento empiezo a sentir que ya la bañera me quedaba chica a lo largo, que
necesitaba estar a lo ancho, con las piernas bien separadas.
Con Benja le pedimos a los tíos de Ve que empiecen a venir a buscarla porque nos parecía que
se estaba por acercar el momento. Benja le avisó a Laura que las contracciones eran más
frecuentes y Lau avisó que llegaría como a las 18hs.
Ve se despertó de la siesta, las contracciones se intensificaron, las Ooo se convertían en Aaaa
a veces, la bañera daba paso al inodoro y el inodoro
a la bañera.
Llegaron los tíos a buscar a Ve, ella se angustió cuando con alguna Ooo mi cara no fue de
felicidad. Junté fuerzas, le dije que yo estaba bien, que Vi estaba bien y que no se preocupara,
que estábamos bien y que la amábamos.
Ve se fue. Y yo empecé a transformarme más, las contracciones se hacían más dolorosas, y yo
no encontraba posición para atravesarlas. Empecé a dudar de mi, de mi capacidad de poder
atravesar el parto sin intervenciones, Benja me reafirmaba que sí, que podía, repetíamos las
frases positivas que habíamos colgado por la casa “Yo se parir”, “Vi sabe nacer”, “cada ola
uterina me acerca a Vi”.
Llegó Laura, Benja fue a abrirle la puerta. Cuando veo a Lau, yo estaba atravesando olas y
olas. Ella también me reafirmó que venía bien, que lo estaba haciendo muy bien, que siga así
respirando, gritando, moviendome.
Cuando tuve un pequeño descanso entre ola y ola, pudimos hacer un monitoreo a Vi. Él estaba
bárbaro. Y un tacto. Estaba de 8cm.
“¡Estas muy bien! Estamos para ir al Otamendi.”
Benja ya había dejado los bolsos cerca de la puerta.
Me ayudó a vestirme, sin medias ni bombacha, bajamos.
Google maps indicaba que teníamos unos 40 minutos hasta el Otamendi.
Saliendo del edificio Benja le comenta a Lau que podríamos pedir un Cordón Sanitario en la
comisaría a 2 cuadras de casa como para llegar más rápido. Lau me pregunta cómo me siento,
las olas no me daban mucho descanso, sentía que podía atravesarlas pero también sentía que
Vi estaba bien bien bieeen abajo.
Fuimos a pedir el cordón sanitario, pero después de esperar lo que parecieron muuuuchos
minutos, nos fuimos sin cordón sanitario. Eran como las 18.30hs.
Ya en la autopista, nos avisa Lau que el Otamendi no iba a poder ser ya que no hay camas.
Plan B se activa y vamos a la Trinidad. Benja me pide disculpas, y me pide que por favor
escriba en maps que el destino es La Trinidad. Teníamos más o menos 30 minutos más.
El itinerario era bajar la autopista en 9 de julio y subir por Lugones, para llegar a la Trinidad. Las
olas uterinas eran cada vez más intensas y al bajar a 9 de julio, siento que no llegamos a la
clínica, que dentro de poco voy a tener que pujar, que Vi quiere nacer. Le digo a Benja que se
apure, semáforo en rojo, que cruce. Benja avisa como puede que necesita cruzar, que es una
emergencia. En el asiento de atrás yo transitaba las olas como podía, totalmente mamífera, con
Oooos, con Aaaas, hablándole a Vi, pidiéndole que nos banque, que falta poco para llegar a la
clínica, entre ola y ola le digo a Benja que estamos bien.
Con bocinazos, Benja sobrepasa autos, cual “Rápido y Furioso”, en algún momento dejamos a
Lau detrás, pero ¡finalmente llegamos!
Eran las 19.20hs
¡Vemos a Mariana! (¡¡Estamos acompañados!!)
Benja deja el auto, casi que tirado en la entrada por emergencias, y lo hacen ir por otro lado.
Mientras, alguien me ayuda a sentarme en una silla de ruedas para ingresar.
Sigo mamífera atravesando olas uterinas, pero me siento acompañada, Mariana está a cargo y
eso me hace sentir tranquila.
Llegamos a una sala para que me puedan sacar la ropa “de calle”, una enfermera me ayuda, y
yo tengo unas ganas tremendas de pujar y se lo digo. La
Enfermera me pide que la aguante. Yo sólo llego a responder: "¿dónde está Mariana? ¿Dónde
está Benja?"
Yo ya con la bata puesta, Mariana aparece con su ropa de clínica también. Veo a Benja en el
pasillo vestido con un trajecito amarillo.
Mariana me dice: “Estamos a 5 pasos de la sala de parto, y ahí tenemos el banquito, el barral
para pujar Todo listo para pujar como vos queres”
Creo que no llegué a responder pero sí pensé: “5 pasos puedo dar, son 5 pasos.”
Los doy, ¡llego! Llego a treparme a la camilla, otra ola.
Mariana me dice: “si te das vuelta te agarras del barral y pujas.”
Alguien pide un monitor.
Yo me empiezo a dar vuelta, y así con las piernas abiertas a lo largo de la camilla, un poco en
cuclillas , grito: “¡¡viene!! ¡¡Viene!! ¡Sale!” E instintivamente coloco mis manos abajo para
agarrarlo. Y ¡¡vino!! Y llegó!! ¡Con bolsa y todo!
Alguien dijo “Y 5”, la hora de su nacimiento 19.35hs.
Y todo dolor frenó y lo vi, todo lleno de esa grasita de bebé y me ayudan a colocarlo sobre mi
pecho y lo beso y pregunto si está bien, porque no llora. Y me dicen que sí, Y ahí, ¡llora!
Nos acomodamos en la camilla, con Vi en el pecho, donde se quedará más de una hora
mientras Mariana me revisa, mientras se da el alumbramiento. Lau llega, apenada de habérselo
perdido. Vi se prende a la teta por primera vez. Nos miramos, lo besamos, nos besamos. Hay
que hacer unos puntitos pues tuve un desgarro. Con anestesia local es suficiente, no hubo
necesidad, ni tiempo, para colocar una vía al ingresar por lo que para qué colocarla ahora.
Mariana le pregunta a Benja si quiere cortar el cordón, pasado ya el tiempo en que dejó de latir
y alimentar por última vez a Vi. Benja esta vez tiene esa posibilidad, porque estamos rodeados
de un equipo que nos explica todo, porque estamos empoderados por este equipo que apoya y
acompaña, porque somos verdaderos partícipes del nacimiento de nuestro hijo.
Porque, finalmente, logramos mejorar la experiencia